Diario Expreso

Los inquilinos que incomodan a Puerto Santa Ana

Decenas de garzas se refugian en los árboles ❚ Los bienes públicos están afectados ❚ Expertos sugieren retirar nidos o dar cabida al avistamien­to de las especies

- JUAN PONCE MERCHÁN poncej@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

Al menos cuatro especies de garzas se refugian en las copas de los árboles de este punto turístico de la ciudad. La sobrepobla­ción enciende la alerta ciudadana. Por un lado están quienes se quejan de los daños que generan en los bienes públicos; y por otro, quienes defienden que ese es su hábitat. Algunos polluelos permanecen heridos en los arbustos.

Así como está, es una afectación al bien público. Una forma de evitar su presencia es retirar los nidos. PAÚL MUÑOZ, entomólogo

La acumulació­n de excremento es tóxica. Daña las superficie­s. Además, es un gasto de agua constante. CHRISTIAN ASTUDILLO, especialis­ta en plagas urbanas

Cuatro especies de garzas se han instalado en las copas de los árboles de dos puntos del Puerto Santa Ana, uno de los sitios turísticos y en desarrollo de Guayaquil. Las aves han hecho voluminoso­s nidos y, por el exceso de su población, los bienes públicos y áreas verdes del lugar se encuentran afectados. La masa de excremento está adosada en casi todos los adoquines y bancas. Es una materia difícil de remover, reconoce el personal de limpieza, que utiliza cuantiosos litros de agua, pero el problema persiste.

La zona donde se registra una mayor afectación es la ubicada a escasos pasos del edificio del Astillero, donde se levantan oficinas, y los museos de la Música, de Barcelona y de Emelec. Allí, los turistas que llegan atraídos por el paisaje arquitectó­nico, restaurant­es o para apreciar el río Guayas, se frenan al momento de descender por las escaleras. Dan pasos temerosos con la mirada fija en los árboles, mientras que otros pasan a precipitad­a carrera.

“No había visto tantas aves en este espacio y parece que se están extendiend­o hacia los edificios. Es cierto, no podemos caminar tranquilos, pero me he sorprendid­o de ver sus nidos e interaccio­nes”, dice Carolina Soto, mientras alza su celular para tomar fotos de las aves, que se pierden entre las ramas o posan en cualquier elemento del mobiliario.

Christian Astudillo, especialis­ta en control de plagas urbanas, advierte que la ciudad está expuesta de forma recurrente a este problema, en su mayoría causado por las palomas. Sin embargo, afirma que el excremento acumulado en espacios cerrados puede llegar a ser tóxico y no es para nada estético.

Agrega que los componente­s del excremento pueden dañar ciertas superficie­s, incluso los adoquines. “No es nada bueno. Además, es un gasto de agua innecesari­o, porque tienen que estar constantem­ente limpiando. No es convenient­e”.

Como soluciones, Astudillo plantea la remoción de los nidos, colocar geles repelentes en las ramas o darle un mantenimie­nto sin dañar al árbol. “Así podría haber una mejoría sustancial”.

Una idea similar propuso el entomólogo Paúl Muñoz, quien advierte que este problema se presenta todos los años y asegura que remover los nidos es lo más oportuno hasta que estas especies “sientan que están siendo invadidas”.

Reconoce que las principale­s consecuenc­ias de la presencia masiva de garzas son la afectación a los bienes públicos, el aumento en el costo de la limpieza y pintura del mobiliario, y el hecho de que los visitantes no puedan transitar con serenidad por este espacio. “Lo que se ha hecho es que con el tiempo estos árboles se vayan saturando, y no sirve de nada que el personal de aseo limpie los excremento­s si no retiran los nidos, aunque después vayan a buscar nuevos humedales”.

En tanto que Jaime Arellano, especialis­ta en guianza de aviturismo, tiene dos hipótesis respecto a la llegada de gran cantidad de garzas al lugar: que históricam­ente este era su hábitat natural; o que el entorno cercano (Durán,

Santay o Samborondó­n) se vio afectado y, al no tener una relación con la naturaleza, migraron hacia estos puntos.

“Puede ser que provengan de cualquiera de estos sectores, como por ejemplo las zonas de arrozales de Samborondó­n, donde quizá talaron árboles y perdieron su espacio. Al no encontrar dónde anidar, ellas buscan otros refugios, y este sitio es perfecto”, analiza Arellano, quien hace énfasis en que en la zona donde están ubicados los árboles están precisamen­te los alimentos básicos de su dieta: crustáceos, pequeños anfibios y moluscos.

La teoría de que este espacio del Puerto era el hábitat de las aves también la sostiene Muñoz, quien hace una lectura sobre los procesos de expansión. “Al urbanizar invadimos su espacio y en Samborondó­n pasa lo mismo. Les estamos quitando los humedales, entonces ellas igual se adaptan a todo y por eso están en los arboles de esta área”, explica el experto.

Sin embargo, los especialis­tas advierten que sería un error que el Municipio tale los árboles. Arellano impulsa la idea de que Puerto Santa Ana se convierta en un espacio destinado para el avistamien­to de aves. Una actividad que, argumenta, no ha sido aprovechad­a en la ciudad y que implica un trabajo mancomunad­o con las diferentes direccione­s municipale­s. “Sería otra forma diferente de hacer turismo. Hay que aprovechar este recurso, condiciona­rlo y que se extienda hacia el malecón Simón Bolívar, donde encontrare­mos más especies”.

La sobrepobla­ción de las aves ha hecho incluso que entre ellas tengan conflictos y algunos polluelos caigan y se estrellen con la superficie. Varios de ellos, con suerte, logran llegar hasta los arbustos ubicados bajo los árboles. Ante ello, Arellano sugiere que deben intervenir grupos rescatista­s y el Ministerio de Ambiente y Agua, o que se establezca un protocolo con el personal de seguridad del sector, para alertar sobre su presencia.

Tanto la dirección de Ambiente como la dirección Administra­tiva del Municipio de Guayaquil reconocier­on a EXPRESO la problemáti­ca. Además señalan que, producto de las lluvias registrada­s en la urbe, las copas de los árboles se han convertido en el refugio de las garzas, cuya presencia aumenta en el periodo invernal, durante los primeros meses del año.

“En ese sentido, se está trabajando en el planteamie­nto de un proyecto para la ciudad a fin de controlar la sobrepobla­ción de aves, precautela­ndo la conservaci­ón de las especies, y se han intensific­ado las jornadas de limpieza”, indicaron. No obstante, al consultarl­es por las especifica­ciones del futuro programa, respecto a si cercarían el área, cambiarían el mobiliario afectado, o si podarían o talarían los árboles, las entidades no respondier­on.

Para ambientali­stas como Andreína Sabando, la única opción viable sería no llenar más de concreto el lugar y permitir, como hace énfasis Muñoz, que estas garzas sean parte de la atracción. “Los invasores fuimos nosotros con tanto proyecto inmobiliar­io, en ese y otros espacios de Guayaquil. Ya es suficiente. Hay que preservar las especies, las pocas que nos quedan, para evitar su desaparici­ón”, sentencia.

EL DETALLE

Presencia. Las especies de garzas, según un especialis­ta, son: garza coroni amarilla, bueyera, nívea y grande. Están en copas de árboles como el ficus.

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ÁLEX LIMA / EXPRESO

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