La carrera por conseguir oxígeno en Manaos
La pesadilla de morir asfixiado en la Amazonía ❚ Otro capítulo de la caótica gestión del virus
El riesgo de morir asfixiado crece a la par de los casos de COVID en la Amazonía brasileña.
El guardia de seguridad con chaleco antibalas que corre seguido por una mujer sujeta con extrema delicadeza el cilindro azul, como si fuera un bebé. Es oxígeno. Ambos avanzan bajo un sol abrasador hacia un coche. “Es para mi madre”, responde Afra Benedito, de 46 años. Cuenta angustiada que la bombona ayudará a la señora Fátima a respirar durante cuatro horas más.
Con 71 años, el coronavirus la dejó viuda hace unos días y ahora extingue su vida en Manaos, la capital de la Amazonía brasileña, donde la pesadilla de morir asfixiado se ha convertido en cruda realidad en hospitales y hogares.
La Fiscalía investiga más de 50 muertes en esas terribles circunstancias. “Una cifra extremadamente conservadora”, advierte el epidemiólogo Jesem Orellana, de Fiocruz, un instituto de
salud pública. Desde las fiestas navideñas venían aumentando las hospitalizaciones por COVID-19, pero de repente se dispararon.
“Con las gripes de la época de lluvias y los mítines de la campaña electoral (municipal) esperábamos el aumento de contagios, pero lo del oxígeno no”, explica el enfermero Yuri, de 24 años, del hospital 28 de Agosto, de referencia para la COVID. “Tuvimos que reducir el oxígeno a todos porque casi el 90% de los ingresados lo necesita”, explica.
Los que pueden se han lanzado a la carrera de conseguir oxígeno por su cuenta, alumbrando un nuevo mercado en la capital amazónica. Benedito superó el primer desafío -conseguir la bombona- gracias a una vecina. A diario viene por suministro para su madre a Carboxi, una empresa familiar de gases industriales que empezó a atender a angustiados particulares que tocaron la puerta. La logística es compleja y los 400 reales de la recarga mínima (60 euros, 70 dólares) suponen un dineral.
En Manaos y el resto del Estado de Amazonas, la segunda ola es aún más devastadora que la primera, cuando el sistema sanitario y funerario colapsaron. La ciudad enterró a 213 de sus vecinos al día siguiente de la fatídica noche sin oxígeno (del 14 al 15 de enero). Nunca
fueron tantos en una jornada. En el camposanto solo recuerdan avalanchas similares tras algún motín carcelario.
La red sanitaria de Amazonas siempre fue frágil. Es la peor financiada de Brasil, pero fue el primer Estado en reabrir escuelas, las camas extras para COVID fueron desmanteladas y las advertencias de White Martins, la única empresa que suministra oxígeno a los centros sanitarios, de que la demanda aumentaba muy por encima de su capacidad de producción fueron desoídas.
El epidemiólogo Orellana, del instituto de salud pública Fiocruz, es una de las voces de Manaos que denuncia con más potencia la catastrófica gestión de la epidemia. “El oxígeno servirá para prolongar la vida de los que están graves, pero no resuelve el problema del COVID”, explica por teléfono. “No tengo ninguna esperanza de que logremos controlar el virus sin un confinamiento estricto de 21 días con rastreo de los contagios”, dice. “Sin medidas radicales, vamos a tener una tercera onda en tres meses”.
EL DETALLE
Amazonas. Anunció que impondrá un toque de queda de 24 horas por una semana a partir de hoy para intentar controlar el virus.
LA CIFRA 25 MILLONES
EE. UU. sobrepasó ayer esa cifra de contagiados por el virus y llegó a 417.538 muertes.
LOS DATOS CEMENTERIOS
La desatada pandemia de coronavirus, que suma cifras récord de muertos desde hace semanas, va a camino de sobrepasar la capacidad de los cementerios de Ciudad de México, donde los trabajadores trabajan siete días a la semana y los entierros se suceden uno tras otro, a veces con escasas medidas de seguridad.
UN MILLÓN
Los fallecidos en la pandemia de COVID-19 en todo el mundo subieron ayer a 2,1 millones, 15.800 de ellos registrados en la última jornada, y el continente americano está a punto de superar la barrera del millón de muertos (999.894 al día de ayer), según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).