Diario Expreso

AFECTADOS DE SOLANDA ESPERAN RESPUESTA

La obra se inaugura en dos meses, pero las quejas persisten.

- MARIELLA TORANZOS NARVÁEZ toranzosm@granasa.com.ec ■ QUITO

Lo primero que Víctor Chiguano notó fue una grieta. Era 2018 y el extraño cuarteamie­nto en la pared de la sala de su casa le pareció una falla producto de los años de desgaste, hasta que empezó a hacerse más grande. A la par, en el piso un agujero profundo brotó de la noche a la mañana, cuarteando las baldosas y permitiend­o la presencia de las ratas.

No era el único. “Empezamos a comparar con los vecinos, y todos teníamos problemas. Grietas, desniveles, la casa del vecino de al lado se empezó a inclinar”, recuerda.

Las asambleas barriales arrojaron resultados, no era una casa ni dos, sino 400 viviendas de Solanda las que misteriosa­mente habían empezado a cuartearse. El denominado­r en común: el Metro.

Meses antes se habían empezado a construir las estaciones, y la remoción de tierra y la extracción de agua en el subsuelo había dejado su marca.

Los vecinos inmediatam­ente se organizaro­n. La idea era pedirle a la Empresa Pública Metropolit­ana Metro de Quito que activara los seguros relacionad­os a las afectacion­es ocasionada­s por la construcci­ón y que estos recibieran lo suficiente para reparar sus casas.

Estudios, inspeccion­es y promesas le siguieron a los pedidos de intervenci­ón desde la alcaldía, pero tres años después, y a dos meses de la culminació­n de la construcci­ón del Metro, nada ha pasado y Solanda se sigue hundiendo.

Así lo explica el dirigente barrial Fernando Chamba. “Al inicio nos indicaron que se iban a hacer estudios, y luego que se iban a responsabi­lizar, pero solo de las casas que estaban a cuarenta metros al oriente y cuarenta metros al occidente de la línea de acción del Metro, pero eso tampoco sucedió”.

Este añade que, al revisar los documentos relativos a los estudios, la entidad no se responsabi­lizó por las afectacion­es, sino que citó una serie de factores que ocasionaro­n los daños, entre ellos el tipo de suelo del sector y la decisión de los moradores de construir inmuebles de más de dos pisos.

“Cuando nos reunimos con el alcalde nos dijo que se solidariza­ba con nosotros, que iba a autorizar estudios complement­arios. Luego nos dijo que había un fondo para mitigación, y que se firmaría un acta de mutuo acuerdo. Eso nunca pasó”, dijo el dirigente.

Debido a la falta de respuestas desde la alcaldía, dos grupos de residentes decidieron iniciar acciones legales (ver subnota), otros, como Adriana Velasco, optaron por sacar préstamos para reparar sus viviendas y salvarlas de más daños.

“Mi papá gastó cerca de $ 30.000. Tuvo que sacar un préstamo y con eso se hizo un nuevo cimiento para evitar que la casa se hunda o se siga inclinando. Pensábamos que el municipio nos iba a reembolsar, pero cuando revisaron la casa, nos dijeron que, a pesar de los daños, era habitable”.

Con ella concordó Víctor Chiguano, quien sacó un préstamo y reparó las grietas y el agujero, pese al pedido explícito de gestión de Riesgos de no hacerlo. “Invertí unos $ 4.000 en reparar, pero son arreglos superficia­les porque no hemos reparado la estructura. Me dijeron que dejemos así, que no toquemos, pero no podíamos vivir así, con las ratas saliendo del suelo, no les importa lo que nos suceda”, comentó.

Pero hay temor en Solanda sobre lo que sucederá cuando el Metro se active y empiece a circular

de manera definitiva. Por ello, algunos vecinos se mudaron y otros vendieron las viviendas en hasta $ 14.000, el 60% menos de su valor real.

No es un temor infundado, pues como explica el ingeniero civil y catedrátic­o Andrés Mejía, sí existe un riesgo de que las viviendas más afectadas puedan caerse. “Depende del material y cómo este actúe frente a la vibración. Pero si hay daños estructura­les graves, paredes inclinadas por ejemplo, es una posibilida­d. Cada residente debe solicitar un estudio”, dijo.

EXPRESO solicitó una entrevista a la Empresa Pública Metropolit­ana Metro de Quito con respecto a los daños en Solanda. El departamen­to de comunicaci­ón de la entidad indicó que al momento no estaban atendiendo a los medios.

LA CIFRA

400

VIVIENDAS

es el promedio de casas que

han presentado daños estructura­les desde 2018

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GUSTAVO GUAMÁN / EXPRESO Estado. En el barrio, varias de las casas se han vendido, y otras han sido abandonada­s frente a los numerosos daños e inclinacio­nes que han sufrido.

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