Diario Expreso

La niña que perdió su edad recolectan­do chiles

Más de 600 menores de edad trabajan en los campos jalapeños de México ❚ Viven bajo formas de esclavitud moderna

- AITOR SÁEZ Chihuahua, México ■ EL PAÍS

¿ Cuántos años tienes? No sabe. Marisa desconoce su edad, debe tener unos seis o siete años. Ante la pregunta se encoge de hombros y frunce el ceño cegada por los tempranero­s rayos del sol, sin dejar de agarrar chiles y arrojarlos a la cubeta. Sus maltratada­s uñas le dificultan arrancar de cuajo el tallo.

Varios surcos adelante su madre llena el primer balde del día. Aplasta los chiles hasta rebosarlo y así amortizar los viajes hasta el saco donde se los contabiliz­arán: 20, 40 o 100 pasos cargando al hombro nueve kilos, 11 pesos (unos 50 céntimos de euro), dos horas de trabajo. Un significat­ivo trayecto en estas plantacion­es de Camargo, en el desértico norte de México.

¿Trae a su hija para que le ayude? No, nada más me la traigo para que no esté allá en el rancho, responde Josefina, de 30 años, refiriéndo­se a la granja del patrón, donde viven. ¿Por qué? ¿Hay riesgo? Sí, porque hay mucha gente.

Carmela, de 12 años, afirma que viene al cultivo para colaborar con su familia, pero por decisión propia. Empezó la temporada pasada y se enorgullec­e de haber ahorrado para comprarse unos guantes.

Estos jornaleros ganan de 150 a 250 pesos (de 6 a 10 euros) diarios, según si trabajan de ocho a doce horas.

Gracias a 493 inspeccion­es, según datos de la Secretaría estatal del Trabajo (STPS), se han detectado 623 menores de edad -211 por debajo de los 15 añosen campos agrícolas de Chihuahua desde 2018.

El trabajo infantil aumentó un 8% respecto al ejercicio anterior, cuando murieron al menos 15 chicos en esos latifundio­s. El pasado septiembre una niña de seis años fue arrollada por un autocar en una granja de Camargo mientras sus padres pizcaban chile.

La mayoría de los jornaleros en el centro-sur de Chihuahua

provienen de la sierra Tarahumara, al oeste. Los rarámuris solían sustentars­e del maíz y frijol que sembraban en las escarpadas montañas, pero las sequías acabaron con sus cosechas. Otros se vieron forzados a abandonar sus hogares por las arremetida­s del crimen organizado que controla la tala ilegal de árboles, la siembra de amapola, marihuana y la minería en esos lindes del Triángulo Dorado, feudo insondable de narcotrafi­cantes.

Los rarámuri, pies ligeros en su lengua, son reconocido­s por correr largas distancias en sandalias. Pero de poco sirve en esas tierras. Cada año llegan unos 30.000 campesinos migrantes para la pizca.

La histórica pobreza y abusos contra este pueblo originario, de unos 120.000 miembros, ha provocado desde hace décadas una diáspora por todo el país. Jamás se promovió su integració­n y es habitual verlos mendigando en las calles de las principale­s ciudades y destinos turísticos.

LA FRASE

He negado el acceso a niños, pero todo el grupo rechaza trabajar en señal de protesta ALEJANDRO CHÁVEZ, dueño de uno de los sembradíos

LA CIFRA 341.000 VÍCTIMAS

de esclavitud moderna se estima que hay en México, según el último Índice Mundial de Esclavitud.

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EL PAÍS Campo. Marisa, de unos seis o siete años, no sabe cuál es su edad y recoge jalapeños como cualquier adulto.

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