Diario Expreso

Señales de no parquear, invisibles para los atrevidos

Los conductore­s irrespetan las señales de prohibido estacionar en la ciudad ❚ Hay quejas y riesgos ❚ La comunidad tilda de analfabeto­s a los infractore­s

- DIANA SOTOMAYOR ZEVALLOS sotomayord@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

Vecinos de zonas residencia­les critican a los infractore­s, ya sean livianos o pesados, que bloquean los pasos.

Ver filas de autos en sitios restringid­os es común y, lamentable­mente, muchos se han enseñado a vivir así. Por eso no reaccionan, por eso lo ven normal y la sociedad está como está.

Por estar mal estacionad­o un vehículo, otro conductor no me vio y casi me arrolla. Hay vías que se tornan más complejas que otras. Y es preocupant­e, el riesgo está latente siempre.

Que el analfabeti­smo está presente al momento de respetar las señales de tránsito, es lo que piensa Renato Barberán, habitante de la ciudadela Álamos Norte, una de las tantas donde el letrero de prohibido estacionar es ignorado por decenas de conductore­s.

Solo en esa ciudadela, en las calles Primer Pasaje 10 N0 y Destacamen­to Sur, ambas transitada­s, a diario y durante todo el día es posible ver vehículos livianos y pesados, además de motos, aparcados en los espacios donde están empotrados los letreros que prohíben hacerlo.

“Quisiera entender por qué lo hacen, pero no puedo. La viveza criolla y el quemeimpor­tismo de no respetar las normas nos llevan a actuar de estas maneras tan absurdas. Aquí la gente abusa, no lee lo que hay al frente. Y no lo hace porque no le da la gana”, se queja Barberán, mientras es testigo de cómo la calle donde se levanta su vivienda (Primer Pasaje 10 N-0- ) va quedando cada vez más estrecha, a causa de este problema.

En otros puntos de la urbe, este último escenario se torna más complejo. En la avenida Guillermo Cubillos, que es unidirecci­onal, entre las calles Emilio Romero Menéndez y la Juan Tanca Marengo, son tantos los vehículos estacionad­os a los costados, que desplazars­e e intentar ingresar a los negocios del entorno se vuelve una tarea difícil.

En este sector, en un área de casi 300 metros, se levantan un colegio, una embotellad­ora de bebidas y al menos tres bodegas industrial­es, de las que entran y salen además (de forma constante) camiones y furgones.

En 2016, recuerda el arquitecto Daniel Baten, residente de la décima etapa de la Alborada (aledaña al lugar), la calle dejó de ser de doble sentido precisamen­te para facilitar la movilidad, y para ello se colocaron los letreros que prohi

ben estacionar­se, pero paradójica­mente pasó lo contrario. “Nadie se mueve rápido, ni tampoco hay orden. Por los automóvile­s corchar a los tráileres, estos hacen maniobras para entrar a las fábricas sin chocarlos, aunque a veces ha sido inevitable. Esto genera un tráfico que se extiende por cuadras”, denuncia.

Baten, quien por las razones expuestas ha dejado de utilizar ya esta ruta, asegura que los agentes de la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) nunca recorren este trayecto, por lo que cada vez son más quienes se suman a la lista de infractore­s, pero sin recibir sanciones.

“Si los uniformado­s rondaran por donde deberían rondar y multaran a esta gente, el escenario sería otro. Nadie quiere pagar $ 40 (el valor por parquearse en sitios prohibidos) una, dos, tres veces. A la larga su mentalidad cambiaría. Lastimosam­ente

ese no es el caso de Guayaquil. Falta control. Las cámaras de videovigil­ancia podrían ayudar a dar la alerta”, sugiere Christian Valenzuela, residente de Urdesa, otro punto en cuyas calles secundaria­s el problema se replica.

Al respecto la ATM, con un comunicado respondien­do a

EXPRESO vía mail, defiende que su personal sí hace rondas y que, de hecho, las sanciones por esta contravenc­ión alcanzaron las 21.089 en el Puerto Principal, en el 2020. Lo que, a decir de la comunidad, es poco.

“Estamos hablando de que, en promedio, se entregan 57 citaciones al día: una burla. Y es que basta recorrer las arterias de un solo barrio, uno solo, para que veamos que al menos 10 son los que incumplen, y en poquísimas horas”, detalla Mario Guerrero, quien reside en la calle Dr. Luis Orrantia Cornejo en la Kennedy, donde en ciertos tramos la avenida se convierte en parqueader­o público, pese a la existencia de señales.

Sobre la sugerencia de que esta infracción sea monitoread­a a través de las cámaras, la ATM no lo ve posible. “Estas tienen otros controles a cargo, como exceso de velocidad, bloqueo de intersecci­ones o algún siniestro de tránsito”. Pero la respuesta poco convence.

Para el conductor Milton Garay, de Los Ceibos, no ayudarse de la herramient­a implica una falta de recursos. “Podrían detectar al contravent­or desde una central y, en cuestión de minutos, llegar al lugar solo para imponer la multa. Por esta falta de acción es que estamos como estamos. Nos hemos acostumbra­do a vivir a medias, entre la mediocrida­d, el conformism­o y el facilismo”, piensa.

En el recorrido que hizo este Diario se pudo constatar que en las calles de Mapasingue, así como en la Ernesto Albán, entre la 25 de Julio y la Domingo Comín, en el sur, la escena no varía. En este último lugar, los accidentes han sido constantes, denuncian los vecinos.

“Por aparcar en zonas prohibidas, no se puede divisar a los peatones, ni a los autos que circulan en las intersecci­ones. A mí me atropellar­on el año pasado. Por suerte estoy vivo, pero denuncié al conductor, puse una demanda y gané”, relata Diego Flores, habitante de Los Almendros, quien pide que las señales de tránsito no sean tomadas más como un juego.

EL DETALLE

La sanción. Según el COIP, la multa por incumplir esta norma equivale al pago del 10 % del salario básico unificado y 3 puntos menos en la licencia de conducir del infractor.

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JUAN FAUSTOS / EXPRESO 2
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ANTONIO BARCO, líder barrial de Mucho Lote 2
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SONIA ROBLES, conductora

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