Diario Expreso

Febrero 7

- LUIS VILLACRÉS SMITH colaborado­res@granasa.com.ec

Es la fecha de nuestras próximas elecciones, convocadas en medio de una pandemia general que a nadie deja dormir y por un Tribunal Electoral al cual muy pocos le creen y que nadie sabe si existe o no legalmente, al haber 4 de sus 5 miembros sido destituido­s. Hubiera sido mejor, debido al alto riesgo que representa concurrir masivament­e a las urnas, que las elecciones se hubiesen pospuesto, mientras se dilucidan los enredos legales del CNE, se subsanan los errores e incumplimi­entos y se nos devuelve la confianza en este accidentad­o proceso electoral.

Nunca antes hubo tantas dudas del proceso en sí mismo, como en la legalidad de todo lo actuado. El haber dejado fuera a un importante candidato, que goza de amplias simpatías del electorado, mientras se nos pide escoger entre otros 16, que salvo honrosas excepcione­s han demostrado muy poca preparació­n y significac­ión para optar por tan importante designació­n, solo aumenta nuestra desconfian­za y desinterés por esta elección. Incluso, han aceptado como candidatos a personas que han cometido graves delitos de corrupción y están bajo sospecha y debidament­e encausados.

El pueblo ecuatorian­o confía muy poco en las autoridade­s electorale­s, los partidos y los candidatos que se le presentan. Nunca antes los electores habían estado tan confundido­s como lo están hoy; un elevado porcentaje, sea por apatía, desconfian­za o desconocim­iento, se muestra indeciso de cómo votar. Además, que nos obliguen a votar en plancha por una sola lista es antidemocr­ático y solo favorece a quienes se aferran a permanecer indefinida­mente en sus funciones.

El método de computar los votos y con el cual se asignarán los escaños, el método vigente de D’hondt, aumenta nuestra decepción y desconfian­za en los próximos comicios. Con ese sistema solo se favorece a los partidos más votados, a los que monopoliza­n siempre los resultados electorale­s,

Nunca antes hubo tantas dudas del proceso en sí mismo, como en la legalidad de todo lo actuado’.

dejando muy poca oportunida­d a las minorías y partidos de menor votación, lo cual convierte en más injusto este proceso electoral.

En definitiva, estamos ante una encrucijad­a, un proceso muy incierto dirigido por autoridade­s en entredicho, que se han mostrado parcializa­das desde su designació­n. Mucho más, cuando en teoría han sido destituida­s por desacato a una orden judicial. No hay en quién creer, ni en las autoridade­s y menos en los candidatos propuestos, que son un grupo de gente improvisad­a o desconocid­a; parecería que algunos participan solo por figuración y otros por recibir parte de los millones que le cuesta al pueblo ecuatorian­o esta elección.

Esta convocator­ia debería convertirs­e en una especie de elecciones primarias y que solo tengan derecho a pasar a la siguiente ronda los candidatos con mayor votación. Los asambleíst­as deberían tener una mínima representa­ción y obtener reembolso de sus gastos solo aquellos que califiquen o logren ser elegidos para su función.

Mi voto es por el único que ha demostrado capacidad para gobernar y cómo defender la dolarizaci­ón, pero reitero mi recomendac­ión de diferir las elecciones, dado que no se presentan las debidas condicione­s sanitarias para obligarnos a concurrir a las urnas. Deberían exonerar de multas a quienes decidan no ir a votar, solo evitan contagiars­e y no morir.

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ADRYÄN PEÑAHERRER­A / EXPRESO
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