La academia que lleva música clásica al pie de Los Andes
En el centro de esquí Portillo, un festival impulsa a los nuevos talentos
El impacto de la transformación social de la música clásica ha sido uno de los principales impulsos del Festival Academia Internacional de Música Portillo, que terminó ayer su tercera edición desde lo alto de la cordillera de Los Andes, en Chile, cerca de la frontera con Argentina.
Es un paisaje montañoso privilegiado. Uno de los mejores centros de esquí que por algunos días se transforma en una inmensa orquesta multinacional, con vista a la laguna del Inca. Aunque este año el encuentro se ha celebrado a distancia por la pandemia de la COVID19 -solo el equipo directivo está en terreno-, el espíritu siguió siendo el mismo que en los dos años anteriores: una cincuentena de músicos en formación entre 18 y 30 años, sobre todo de Latinoamérica, becados para escuchar a los mejores y aprender a diario en las clases privadas de las estrellas de la música docta en el mundo.
Festivales musicales con objetivos formativos son comunes en Europa y Estados Unidos, pero no en Latinoamérica. Menos con una mirada integral y motivadora, donde la música se conjuga con clases de liderazgo, yoga o medicina. Es una iniciativa de la chilena Alejandra Urrutia (Concepción, 1975), directora de orquesta y desde 2016, la primera mujer en dirigir la Orquesta de Cámara del Teatro Municipal de Santiago, una de las principales del país sudamericano.
La violinista sabe de la influencia de la música clásica en los niños y jóvenes: desde 2007 y por nueve años dirigió la orquesta de Curanilahue, un pueblo a unos 600 kilómetros al sur de Santiago de Chile que antaño no era conocido sino por su tradición minera, sencillez y problemas sociales, como el desempleo y el alcoholismo.
Pero en 1995, el visionario músico Américo Giusti fundó la orquesta juvenil que cambió definitivamente su identidad. Actualmente, a la localidad se la reconoce tanto en Chile como en el extranjero por transformarse en un motor de nuevos talentos, que le torcieron la mano de un entorno difícil.
“La música es un agente transformador de vidas y comunidades”, relata Urrutia, que motivada por esta experiencia cultural intenta ahora acercar a los grandes de la música con los estudiantes de toda la región en el festival. En una región que presenta tantas carencias y desigualdades como Latinoamérica, las orquestas juveniles han cambiado vidas de decenas de niños y jóvenes.
Una de las experiencias famosas ha sido la de Venezuela, donde José Antonio Abreu fundó en 1975 una organización de escuelas públicas de música, El Sistema, que ha sido replicada en 40 países.
El poder de la música clásica en la transformación social queda en evidencia con decenas de ejemplos de jóvenes músicos latinoamericanos que han saltado desde orquestas humildes de la región a los grandes teatros.
Entre las figuras que han participado de esta tercera versión del festival que se realiza en cada enero en medio de Los Andes chilenos está la violinista Kim Kaloyanides (concertino asociada de la orquesta sinfónica de Detroit), el violinista Justin Bruns (concertino asociado de la orquesta sinfónica de Atlanta) o la chelista Katri Ervamaa (profesora en el Residencial College de la Universidad de Michigan). Este 2021, 52 jóvenes músicos de Latinoamérica han aprendido de ellos.
52
MÚSICOS
de Latinoamérica han recibido enseñanzas a través del
festival del Portillo, Chile