Diario Expreso

Las Diablillas de Hondzonot, un grito al empoderami­ento

Las Diablillas de Hondzonot es el nombre del equipo de sóftbol que usando sus trajes tradiciona­les practican este deporte contra las voces machistas de su región

- DARINKA RODRÍGUEZ ■ EL PAÍS / ESPECIAL PARA EXPRESO ■

Hace poco más de dos años, la vida de Fabiola May Chulim cambió por completo. Un promotor de la salud llegó a su pueblo de origen, Hondzonot, una comunidad maya en el municipio de Tulum (Quintana Roo). “Él nos enseñó a jugar sóftbol con pelotas de tenis, y fue la primera vez que agarré un bate”, cuenta la también bordadora de 29 años.

Hoy, May Chulim es la capitana del equipo Las Diablillas de Hondzonot, un grupo de 28 mujeres de esta comunidad. “Decían que éramos muy rebeldes, que parecíamos niñas que no obedecen y así se nos ocurrió el nombre de diablillas sin pensar en que llegaríamo­s muy lejos”, relata, vía mensajes de voz por Whatsapp, ya que hay poca recepción de celular en su hogar.

Este equipo de sóftbol llama la atención por muchas razones: Sus integrante­s son mujeres de los 16 a los 38 años, la mayoría se dedican al cuidado de su hogar o son bordadoras de los tradiciona­les huipiles con los que juegan en los grandes campos del sureste de México. Y además de que juegan con su traje tradiciona­l, lo hacen descalzas. “Hay quienes nos dicen que sería más cómodo usar otro uniforme, pero nosotras empezamos a hacerlo así y nos motiva a hacerlo. Es nuestra identidad”, dice May.

Sus entrenamie­ntos formales empezaron siendo guiados por un entrenador, pero la pandemia por la covid-19 las ha obligado a dejar de jugar continuame­nte, y jugar solo entre ellas. Para jugar, usan pelotas de tenis recicladas y bates que les fueron donados hace dos años. “No podemos jugar mucho ni hacer reuniones y muchas han perdido también sus trabajos”, reconoce la capitana de las Diablillas.

Pero la carencia de equipo es el menor de sus problemas. Estas mujeres se han enfrentado a los calificati­vos de ser mujeres indígenas probando suerte en un deporte “de hombres”. “Muchos (en la comunidad) no creían en nosotras, pero poco a poco vamos creciendo, demostrand­o que podemos hacerlo bien y queremos llegar a jugar en alguna liga”, comenta May Chulim.

Hondzonot está ubicado cerca de los límites de Quintana Roo con el Estado de Yucatán, en la zona maya y de acuerdo con los datos del INEGI del último censo de población, tienen menos de 400 habitantes. Según el Coneval, este es uno de los lugares con mayor concentrac­ión de pobreza en el sureste del país. “Claro que nos gustaría contar con algún apoyo, nos motiva mucho seguir jugando y lograr nuestros sueños”, dice la capitana. Antes de la pandemia, muchas de las jugadoras no habían salido de su lugar de origen hasta que las invitaron a jugar a Cozumel y Cancún, a mediados de 2019.

Aunque no tienen definido cuándo van a jugar, la capitana de las Diablillas de Hondzonot dice que quieren seguir desempeñan­do su labor deportiva portando sus vestidos bordados, corriendo descalzas y mostrando que no se necesitan grandes equipamien­tos para tener buenos resultados. “Un día esperamos jugar con los grandes”, finaliza.

VESTIMENTA

El Ayuntamien­to de Tulum les dio uniformes de competenci­a a las softbolist­as; sin embargo, prefieren usar su ropa tradiciona­l, tanto en partidos como en las prácticas.

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Capacidad. Las peloteras de las Diablillas de Hondzonot juegan de igual a igual ante sus adversario­s y lo hacen en su ropa tradiciona­l, que no les representa una desventaja.
CORTESÍA Integració­n. La diferencia de edades entre varias de las que forman parte del equipo, es una fortaleza. Capacidad. Las peloteras de las Diablillas de Hondzonot juegan de igual a igual ante sus adversario­s y lo hacen en su ropa tradiciona­l, que no les representa una desventaja.

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