DETESTABA EL OFICIO DE HORTICULTOR
De familia de horticultores de la región de Périgord —un oficio que detestaba desde los siete años—, sus padres se divorciaron y fue su madre quien sacó la familia adelante. Cuenta el creativo que sus cuadernos de Secundaria estaban llenos de dibujos y retratos. Antes de terminar de estudiar encontró la puerta para entrar al mundo del lujo: un trabajo como ayudante de Alexandre, uno de los grandes peluqueros de París. Era menor de edad y su madre tuvo que firmarle con no poco disgusto una autorización. “Esta fue la escuela donde me entrené, la del estilo Faubourg Saint-honoré”, dice orgulloso.
La espléndida clientela de Alexandre estaba bien distribuida por los centros de poder de todo el mundo: Madame Rothschild, Marella Agnelli, Begum Om Habibeh Aga Khan o Jacqueline Kennedy. También actrices como Elizabeth Taylor y Shirley Maclaine. “Me llevaba a todas partes: a una boda real en Roma, a un funeral en Viena, a una visita oficial a Londres y a Fráncfort. Así pude conocer a las mujeres que había visto en las revistas. Y todo era mucho mejor que en la vida real”, escribió en sus memorias, Colors My Life (2012).
“Allí nadie tomaba fotos y no existían las redes sociales para presumir de tu trabajo. Mi publicidad eran mis manos. Me llamaron de Buckingham Palace para maquillar a la princesa Ana en las fotos oficiales de su boda, y lo primero que me pidieron fue que cerrara la boca: ‘Shut up!’. Después hice las fotos oficiales de su primer hijo, trabajé con toda esa familia, hasta con la reina, y nunca se lo pude contar a nadie”.