MÉXICO TAMBIÉN ABRE SUS PUERTAS
Con más de 160.000 muertos por coronavirus desde que comenzó la pandemia, México fue el primer país latinoamericano en comenzar la vacunación el pasado 24 de diciembre, aunque lo hizo a través de la vacuna de Pfizer, suministrando la inyección a 3.000 médicos repartidos en Ciudad de México y en los cercanos municipios de Querétaro y Toluca.
Pero el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, también decidió llamar a las puertas de Moscú el pasado 25 de enero, un día después de que hiciera público su contagio con el virus.
El mandatario negoció personalmente con Vladimir Putin, por vía telefónica, la compra de 24 millones de dosis de la Sputnik V, otro triunfo diplomático que suma la vacuna rusa al abanico de acuerdos a los que ha llegado México con otras farmacéuticas como la mencionada Pfizer, Astrazeneca y Cansino para garantizar la vacuna a sus casi 130 millones de habitantes.
“Conversamos con el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, y se mostró genuinamente afectuoso. Lo invité a visitar México y le agradecí por la decisión de enviarnos 24 millones de dosis de la vacuna Sputnik V para los próximos dos meses”, anunció López Obrador a través de redes sociales.
Rusia no volverá a disputarse el poder mundial a corto plazo, pero la vacuna le ha devuelto el protagonismo en el tablero. Como concluye Pettinà: “Es un país más débil en términos globales y estructurales, pero se está aprovechando de los errores de Estados Unidos y la Unión Europea, logra hacer un poco de daño y desnudar esas debilidades y contradicciones que a largo plazo pueden tener un efecto y mermar la legitimidad de las democracias capitalistas”.
“El problema que evidencia la carrera por la vacuna no son las virtudes de Rusia, sino nuestras debilidades -insiste-. Cómo las democracias capitalistas han deteriorado el Estado de bienestar y la protección de lo público”.