Pasar la página antes de hora
La oposición entre correísmo y anticorreísmo dejó de ser el eje de las elecciones ❚ Sin embargo, la amenaza del proyecto autoritario está más viva que nunca
El empate técnico en el segundo lugar de las elecciones del domingo plantea una gran paradoja que los candidatos involucrados necesitan interpretar. De un lado, Guillermo Lasso: por primera vez aliado con la otra gran fuerza política de la derecha, el Partido Social Cristiano, obtuvo la votación más baja de sus participaciones electorales. Sumó para restar. De otro lado, Yaku Pérez: en medio de un panorama de divisiones, enfrentamientos internos y hasta boicots de su candidatura por parte del ala de los radicales seguidores de Leonidas Iza y Jaime Vargas, consiguió cuadriplicar el máximo histórico obtenido por su movimiento. Restó para sumar. Rafael Correa reza para que sea Lasso quien pase a la segunda vuelta. Es fácil entender por qué: en un eventual balotaje con Pérez, los votantes de Lasso, con resignación (algunos con íntima repugnancia), terminarán por darle su voto, conscientes de que al candidato de Pachakutik se lo podrá reemplazar dentro de cuatro años mientras que el correísta llegará al poder para eternizarse en él. Si Lasso llegara a la segunda vuelta, en cambio, le sería muy difícil cosechar el apoyo de los votantes de Pérez. Estos, prevenidos ideológicamente contra los banqueros o urgidos por impulsar una agenda ante la cual el líder de CREO se ha mostrado terca y torpemente irreductible (ecología, aborto, derechos de las minorías…), es probable que prefieran anular su voto o incluso endosárselo a Andrés Arauz. Es lo que hay: un doble dilema de prioridades y compatibilidad de agendas.
Es evidente que el Ecuador no es el mismo de hace cuatro años. Una nueva generación cuya memoria política se remonta, cuando mucho, a la caída de Lucio Gutiérrez y el inicio del decenio correísta, conforma hoy la mayoría del padrón electoral y hace parte de ese cambio. Los resultados del domingo revelan un país que quiere dejar atrás la oposición entre correísmo y anticorreísmo como la llave maestra para entender la política. Ese país tiene causas que no está dispuesto a aplazar por más tiempo (el aborto, por ejemplo) y simplemente no encuentra ninguna diferencia entre un Rafael Correa que despotrica desde Bélgica contra las hedonistas de actividad sexual desenfrenada y un Guillermo Lasso que espera que los médicos denuncien a las mujeres que acuden a ellos con un aborto en curso.
Sin embargo, hay una terrible incongruencia entre el deseo y la realidad: el deseo de pasar la página del correísmo y el anticorreísmo, y una realidad en la que ese mismo correísmo que se pretende dejar atrás sigue siendo, con su proyecto autoritario y abiertamente antidemocrático, la primera fuerza política ecuatoriana. Sorprende que entre las causas que reivindica ese nuevo país, joven y progresista, que exige cambios y pide nuevos políticos, no figure en primer lugar la causa de la democracia.
Guillermo Lasso o Yaku Pérez disputarán la segunda vuelta contra Andrés Arauz. Si bien ambos candidatos son y se proclaman anticorreístas, no se puede decir lo mismo de sus bases. El aterrizaje a último minuto de Leonidas Iza en la campaña de Pérez, con la consigna de que su victoria es la victoria del movimiento de octubre de 2019, cuando su facción del movimiento indígena aupó un golpe de Estado correísta, es una señal ante la que Yaku Pérez tendrá que pronunciarse con claridad, cosa que no ha hecho. Porque si Lasso y Correa coinciden en el tema del aborto, Arauz y los mariateguistas que apoyan a Iza (y ahora a Pérez) parecen coincidir en su relación con la guerrilla.
Resulta significativo que Yaku Pérez recibiera la noticia de su probable triunfo no tendiendo puentes, como se espera en estos casos, sino dinamitándolos. Y declarándose en pie de guerra. Esa actitud parece acercarlo al correísmo más de lo que a él le gustaría reconocer. Es inquietante. Como lo es también la incapacidad de Lasso por abrazar la diversidad de una sociedad que también Correa quería homogénea. Porque a pesar de los deseos de millones y con respeto por todas las causas, resulta que la oposición entre autoritarismo y democracia, correísmo y anticorreísmo, sigue siendo la llave maestra para entender la política en el Ecuador.
EL DETALLE
El centro. Los excelentes resultados de Yaku Pérez y Xavier Hervas parecen apuntar a la consolidación de un nuevo centro político en el Ecuador.
MENSAJE POLÍTICO ¿LA HORA DE LASSO YA PASÓ?
Aunque el conteo oficial finalmente le favorezca, los resultados del domingo contienen un mensaje contundente para el candidato de CREO: el suyo es un estilo político en retirada. Haberse posicionado como el líder indiscutible del anticorreísmo, no le bastó para ganarse la confianza de un país lleno de causas a las que sistemáticamente dio la espalda.