Una lección para aprender
El 7 de febrero pasó cual tornado, levantando tal polvareda que cogió desprevenidos a conocidos políticos que no terminan de reaccionar. Enceguecidos en su vanidad y autoconvencidos de que eran dueños de la voluntad y pensamiento del pueblo pronunciaron discursos usando frases, verbos y palabras que jamás fueron de su uso común; y cayeron de pronto en la feria de ofertas que en la balanza de la mente del pueblo, no pesaron. Los números no mienten. El 30 % de electores se mueven como ovejitas tras su pastor y jamás se detienen a pensar que este las lleva directo al matadero. Un 15 % camina y se mueve con conformismo de su situación y desinterés en su futuro; concurren a cumplir mas ponen la rayita a donde caiga. Pero el 55% restante se encuentra desesperado por su futuro y el de su familia, y espera con ansiedad un cambio. Alguien que se pare firme, con carácter para mandar, que sepa utilizar el lenguaje pero no para mentir, engañar u ofrecer imposibles, sino que utilice su cerebro y aproveche el apoyo que le brinde el pueblo para reconstruir un país descalabrado por gobernantes corrompidos y ambiciosos que se burlaron de la voluntad popular y se aprovecharon de todos sus recursos. Ecuatorianos, utilizando las frases de una canción, ¨ aunque sé que no me quedan esperanzas, es bonito imaginar lo que sería” el tener un Ecuador que sí avanza, con políticos honestos que no engañan y nos llevan por caminos de verdad. Mantengamos la fe.
Jacinto Mancero G.