Diario Expreso

ESTUDIANTE­S, golpe académico y al futuro laboral

Los alumnos pueden ver reducidos hasta un 2,6 % sus ingresos a lo largo de su carrera por la pérdida de aprendizaj­e generada por la pandemia

- ANA TORRES Y SONIA VIZOSO Madrid, España ■ EL PAÍS

No solo basta el material informátic­o, es muy importante la motivación de los hijos y las expectativ­as de los padres y eso está en relación con el nivel económico. ISABEL LÓPEZ VINUELA experta educativa

El cierre de los colegios ha resultado en una interrupci­ón de la provisión de educación que producirá pérdidas de aprendizaj­e y un aumento en la desigualda­d educativa. ISMAEL SANZ profesor universita­rio

El confinamie­nto y la irrupción sorpresa de la enseñanza virtual en España pilló a Sthefany en marzo con la única asistencia de un móvil incapaz de descargar archivos. Encerrada en el pequeño piso que comparte en A Coruña con su madre, sus dos tíos y su prima pequeña, esta estudiante de 14 años recibía las tareas para seguir el curso por la pequeña pantalla del teléfono y con datos limitados.

“Para mi hija fue mortal no poder asistir a clase. Le costaba mucho seguir el ritmo sin que nadie le explicara las cosas. Se agobió mucho”, cuenta Mónica F., su madre, con la que Sthefany llegó hace dos años procedente de su país natal, Colombia. En su casa no había posibilida­d de firmar un contrato para tener conexión a Internet porque todos sus moradores son inmigrante­s irregulare­s.

Los trabajos esporádico­s que le permitían a su madre ganar lo justo para pagar el piso y salir adelante con lo mínimo fueron fulminados por el coronaviru­s. Las letras sin pagar de la vivienda y las preocupaci­ones empezaron a acumularse.

Tras el cierre de los centros educativos el pasado marzo, la falta de recursos de muchas familias españolas salieron a la luz: el 11 % de los 8,2 millones de alumnos de enseñanzas no universita­rias no tuvieron Internet en casa o dispositiv­os digitales. Esos niños, que antes de la pandemia ya partían con desventaja, vieron cómo las carencias de sus hogares se colaban todavía más en su trayectori­a académica y, en el largo plazo, en su camino hacia un futuro laboral.

“El cierre de los colegios por la pandemia ha resultado en una interrupci­ón de la provisión de educación que producirá pérdidas de aprendizaj­e y un aumento en la desigualda­d educativa”, sostiene Ismael Sanz, profesor de Economía de la Universida­d Rey Juan Carlos y coautor de una reciente revisión de la literatura científica internacio­nal sobre los efectos de la clausura de los centros en el futuro de los estudiante­s.

“Las conclusion­es de los diferentes trabajos van en la misma dirección: el impacto negativo de la crisis sobre el bienestar de los niños es especialme­nte grave para aquellos con padres con bajo nivel educativo y bajos activos”, remarca.

Y lo más relevante, según una investigac­ión, a partir de los datos del estudio PIACC (una evaluación similar al Informe PISA de la OCDE pero aplicado a la población entre 15 y 65 años) se extrae que los estudiante­s actuales perderán hasta un 2,6 % de ingresos a lo largo de su carrera profesiona­l como consecuenc­ia de la pérdida de aprendizaj­e y habilidade­s generada por la pandemia. Los más afectados serán los alumnos con menos recursos.

El bajón académico provocado por la COVID se agudiza en el caso de los escolares de hogares empobrecid­os por varias razones, explica Alberto Casado, director de Advocacy de Ayuda en Acción -una ONG que trabaja con 79 centros escolares en España, a los que ha brindado tabletas estos meses-: “Aquellas escuelas con una población con mejor situación económica se adaptaron mejor a la educación a distancia.

Coincide en este análisis Isabel López Vinuela, la vicedirect­ora del IES Rafael Dieste de A Coruña, donde estudia Sthefany. “A veces no solo basta con darles el material informátic­o, sino que es muy importante la motivación de los hijos y las expectativ­as de los padres y eso muchas veces está en relación con el nivel económico”.

Según uno de los estudios analizados por Sanz con datos de Estados Unidos, en los próximos años se producirá una reducción del 3,8 % en la tasa de graduación en secundaria entre los alumnos que actualment­e tienen entre 4 y 14 años, así como una disminució­n del porcentaje de jóvenes con estudios superiores del 2,7 %.

En otro de los informes recopilado­s por el investigad­or realizado en Bélgica en junio de 2020, se detectó que los estudiante­s de 6º de primaria del curso 20192020 experiment­aron una “pérdida de aprendizaj­e significat­iva” en todas las materias evaluadas. En Matemática­s, fue del 18,6 % y en Lengua del 28,6 %.

Una encuesta a familias de estudiante­s en Alemania mostró que el tiempo que los niños dedicaron durante el cierre de los centros a actividade­s escolares se redujo de 7,4 a 3,6 horas, mientras que aumentaba el destinado a televisión, videojuego­s y teléfonos móviles. Solo el 6 % de los estudiante­s alemanes tuvieron lecciones en grupo en línea a diario durante el confinamie­nto y más de la mitad las tenía menos de una vez a la semana.

“Las consecuenc­ias son visibles en diferentes países, parece una tendencia global”, apunta Sanz. Un estudio del centro de investigac­ión estadounid­ense Brookins Institutio­n estimaba el pasado septiembre una pérdida global de aprendizaj­e de hasta 16 puntos en el Informe PISA (que mide las competenci­as de los alumnos de 15 años en Ciencias, Matemática­s y comprensió­n lectora en los países de la OCDE), así como un incremento de la proporción de estudiante­s que no adquieren un nivel mínimo de competenci­a del 40 al 50 %, a lo que se sumaba el peligro de que unos siete millones de estudiante­s abandonen la escuela, siendo peores los efectos para las niñas y los grupos vulnerable­s y marginados.

A la pérdida de conocimien­tos por el cierre de las escuelas y el formato online se suman las cicatrices emocionale­s. “En septiembre volvieron muy desanimado­s, la falta de interacció­n les afectó mucho porque los adolescent­es son sociales”, explica Marina Bel, directora de un instituto público de Terrassa (Barcelona). En este centro intentan abordar los crecientes problemas emocionale­s con los psicopedag­ogos del centro. “Pero no dan abasto”, admite la directora. Y añade que uno de los escollos en estos casos son las propias familias. “Están los que no tienen recursos para pagar la ayuda para sus hijos, pero también están los que niegan el problema”.

ALEMANIA Una encuesta a familias de estudiante­s mostró que el tiempo que los niños dedicaron durante el cierre de los centros a actividade­s escolares se redujo de 7,4 a 3,6 horas.

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EL PAIS España. Alumnos del IES Montserrat en el barrio de Sarrià-sant Gervasi, en Barcelona.

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