Diario Expreso

La vida ha vuelto a su lugar de origen en El Trébol

El proyecto ecológico de El Trébol se consolida con 1.200 especies nativas, pero su convenio está por terminar ❚ No ha sido declarado área protegida

- MARIELLA TORANZOS NARVÁEZ toranzosm@granasa.com.ec ■ QUITO

Este bosque pasó de ser un descampado donde nada crecía, a un área donde se multiplica el árbol emblemátic­o de Quito.

“Ha sido igual que como con los rinoceront­es africanos, a los que les lima el cuerno para que parezca dañado y no se lo corten. Nosotros hemos tenido que cortarles las flores a los arupos para que no se los lleven”, reflexiona Rafael Lugo, precursor del bosque de arupos, en El Trébol.

La idea de recuperar este espacio se le ocurrió al abogado quiteño en 2019, mientras circulaba por el sector. “El relleno de El Trébol era usado como escombrera. Estaba lleno de llantas, material de construcci­ón y basura y lo vi y me pregunté si no sería mejor que ahí hubiera un bosque, no un basural que se veía feo y triste”, recordó.

Promovió la idea a través de su cuenta de Twitter e incluso promocionó el certamen del Rey Arupo, que llevó a cientos de usuarios a enviar fotos del colorido y emblemátic­o árbol capitalino en numerosos puntos del distrito. Finalmente, el alcalde Jorge Yunda acogió la propuesta, y en diciembre de 2019 se organizó la limpieza del lugar y la primera reforestac­ión con plantas nativas, no solo los populares arupos. 1.200 plantas en total se sembraron en el lugar.

Otras dos siembras masivas se realizaron hasta este año.

Desde entonces, el escenario en El Trébol ha cambiado drásticame­nte. La zona pasó de ser un descampado donde nada crecía, a un área verde donde los pequeños árboles, apoyados en palos, se fortalecen. Al caminar, bandadas de aves se dispersan, hay insectos; la vida ha vuelto al lugar.

Pero no todo ha sido fácil. En marzo, tras el inicio de la emergencia sanitaria, una serie de denuncias llegaron, indicando que camiones municipale­s habían depositado nuevamente escombros en el sitio. Asimismo, a mediados de año vecinos del lugar reportaron el robo de árboles. Otros murieron, una parte natural del proceso de crecimient­o, que tiene un índice de 10 % de afectación.

“Hemos replantado unas sesenta especies y tendremos que seguirlo haciendo. Debido a las condicione­s del relleno, tuvimos que traer tierra fértil para que las plantas puedan crecer, pero no todas toman raíz. Además, en verano, hay otras que se secan”, explicó Lugo.

Además de estas complicaci­ones, la situación legal del bosque también está en el limbo, pues el convenio de adopción de espacio público, firmado entre el abogado y el Municipio, concluye este año y aún no está claro si se renovará.

La zona tampoco ha sido declarada área metropolit­ana protegida. Esta declarator­ia era parte del convenio firmado entre las partes, la única del documento que no se ha cumplido.

“Después de la situación con el depósito de escombros y el robo de árboles, incluso nos colocaron un guardia y una caseta de seguridad para asegurar el bienestar del lugar, pero al no emitir la declarator­ia, no hay una continuida­d. Eso quiere decir que la próxima Alcaldía puede decidir que quiere que aquí haya un parqueader­o, y no podremos hacer nada al respecto”, explicó Lugo.

EXPRESO consultó a la Secretaría de Ambiente sobre la situación del relleno de El Trébol y el estado de la declarator­ia. La entidad indicó que el tema lo manejaba la Gerencia de Administra­ción de Parques y Espacios Verdes (Gapev).

Sin embargo, al consultar a dicha institució­n, esta señaló que “se hizo ya el pedido de declarator­ia de área protegida de acuerdo a las considerac­iones de la autoridad competente. Al momento, el proceso pasó a manos de la Secretaría de Ambiente”.

Otra dificultad ha sido la reducción de los auspicios necesarios para mantener la creciente flora del bosque. Desde su inicio,

se ha invertido un promedio de $ 15.000 en la conservaci­ón, limpieza, mantenimie­nto y adquisició­n de nuevas especies de árbol. Pero producto de la pandemia, los fondos dejaron de llegar.

“La situación se volvió complicada para todos. Algunas empresas dejaron de aportar porque ya no podían hacerlo y lo que hemos podido conservar son ciertas donaciones privadas y acuerdos con entidades como el vivero municipal, que contribuyó con árboles. Si seguimos necesitare­mos conseguir nuevos auspiciant­es y más fondos”, comentó Lugo.

Pero no todo está perdido. Hasta que el convenio cese, él y Pedro Kingman, especialis­ta en árboles continúan yendo a cuidar de las especies y esperan que estos terminen de implantars­e en la tierra de El Trébol. “A largo plazo, la idea es que parezca que aquí siempre hubo un bosque. Continuare­mos trabajando mientras podamos”, declaró.

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GUSTAVO GUAMÁN / EXPRESO Iniciativa. La propuesta del abogado Rafael Lugo surgió en Twitter, donde el alcalde Yunda la acogió en 2019. Se han hecho tres grandes intervenci­ones.
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