Diario Expreso

La nostalgia de un carnaval que se apagó en la ciudad

A través de una galería, EXPRESO muestra cómo la pandemia cambió la fiesta ❚ Pese a que hubo ciertos incumplimi­entos, en Guayaquil prevaleció la calma

- DIANA SOTOMAYOR ZEVALLOS sotomayord@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

Hace un año el ambiente que se vivió en Guayaquil era de fiesta. El mundo sabía ya de la existencia del coronaviru­s, pero la alerta no se había activado todavía en Guayaquil, por lo que hubo libertad para celebrar, bailar, jugar y pasear entre la multitud por las principale­s calles de la ciudad. Y sin portar mascarilla.

Este año el escenario es totalmente distinto. Salvo una fiesta clandestin­a que la Gobernació­n identificó (ver recuadro) y los llamados de atención que recibieron decenas de familias del Suburbio que, pese a las restriccio­nes establecid­as, instalaron piscinas inflables en la vía pública; en el Puerto Principal prevaleció la calma.

“No puedo creer, me cuesta tanto en realidad ver cómo la vida nos cambió en 365 días. El año pasado, mis hermanas que viven en Quito llegaron a casa para celebrar el feriado y fue lindo. Ahora, no he tenido visitas y ni siquiera he podido usar la piscina de la ciudadela porque está prohibido”, lamenta la habitante de Álamos Norte, Agustina Freire; quien para el carnaval de 2020, se instaló en la avenida 9 de Octubre, donde hubo un desfile por las fiestas.

A través de fotografía­s y relatos de ciudadanos, como Freire, EXPRESO recuerda cómo el año pasado la espuma de carnaval fue la protagonis­ta de una marcha en la que hubo carrozas, bailarines, malabarist­as y zanqueros que, con sus trajes, alegraron a las cientos de familias que recorriero­n el bulevar. El año pasado también fueron decenas los que disfrutaro­n de un tradiciona­l desfile naútico sobre el estero Mogollón, que ahora fue suspendido para evitar las aglomeraci­ones.

En ambos puntos, los visitantes fueron escasos. De hecho en el centro, a decir de muchos, el ambiente que se vivió era el de un día regular. Sin sorpresas. Sin actos públicos. Sin colores, ni cumbia ni samba retumbando desde enormes parlantes.

“Me da nostalgia ver cómo estamos. Y me da mucho más porque no sé cuánto tiempo vamos a estar así... Yo sí era de las que jugaba con agua con mis vecinos y de las que aprovechab­a estos días para hacer un asado. Me gustaba pensar que estaba en el carnaval de Brasil. Ahora, estoy nada más que encerrada”, detalla la residente de la décima etapa de la Alborada, Nathalia Mackliff; quien para evitar que sus hijos sienta ese bajón que asegura sentir, compró harina y pistolas de juguete que lanzan agua para divertirse en el patio de su casa.

Como ella, otros guayaquile­ños también han decidido actuar. Arturo Cedeño, habitante de La Pradera 3, por ejemplo, señaló que para hoy tiene previsto hacer un pícnic en el Bosque de Colores, el parque ubicado al pie de su vivienda.

“He comprado anilina para hacer algo diferente con mis chicos. Quiero sentir, a como dé lugar, que estoy en feriado. Saldré incluso con mi equipo de sonido para alegrar el ambiente. Y es que todo está tan callado...”, lamenta. “La pandemia continúa y va dejando huellas profundas y colosales. Va cambiando vidas y aniquiland­o tradicione­s que, espero, pronto puedan resurgir y volver ”, sentenció

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CHRISTIAN VINUEZA-MIGUEL CANALES -EXPRESO Y ARCHIVO

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