Diario Expreso

RUSIA se declara en rebeldía

El Kremlin se ha autoprocla­mado nuevo centro de poder euroasiáti­co y cada vez hay más trato hostil hacia Estados Unidos y la Unión Europea

- IGNACIO ORTEGA / EFE ■ MOSCÚ / RUSIA

Rusia se ha declarado en rebeldía. No acepta más lecciones de Occidente, ni en cuestión de principios democrátic­os ni en política exterior. El Kremlin se ha autoprocla­mado como nuevo centro del poder euroasiáti­co y cada vez hay más líneas rojas en su trato con la Unión Europea (UE) y EE. UU.

“Cualquier intento de Rusia de ser independie­nte, defender su derecho a una política exterior independie­nte y defender el derecho internacio­nal, se encuentra con una cada vez mayor y feroz resistenci­a de aquellos colegas occidental­es que quieren que seamos obedientes”, declaró en su momento el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov.

El Kremlin se ha cansado de bajar la cerviz cada vez que Occidente le llama la atención, sea por su intervenci­ón militar en Ucrania o Siria, o por sus deslices democrátic­os. Las sanciones internacio­nales que asolan este país desde la anexión rusa de la península ucraniana de Crimea en 2014 no han hecho más que acentuar su obstinació­n. Ya no se trata solo de dar la espalda a Occidente y orientar su política exterior hacia China, tendencia en marcha desde hace más de una década, sino de lanzar una contraofen­siva diplomátic­a contra Washington y Bruselas.

“Hay más desconfian­za ahora entre Rusia y Occidente que en tiempos de Leonid Brézhnev”, el dirigente soviético que lideró la Unión Soviética entre 1964 y 1982, opina el politólogo Alexéi Makarkin.

La última gota que colmó el vaso de la paciencia de Rusia ha sido lo ocurrido con el líder opositor Alexéi Navalni, enemigo número uno del Kremlin, al que el Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB), según el opositor, envenenó con el agente químico Novichok. La reacción rusa a la unánime condena occidental marca la pauta del comportami­ento del Kremlin en los últimos tiempos. No solo no admitió su culpabilid­ad, sino que le acusó de trabajar para la CIA y, seguidamen­te, le impuso una pena de cárcel.

“Tanto para los dirigentes rusos como para las élites, Navalni es un agente occidental”, agrega Makarkin.

Aunque muchos manifestan­tes que participar­on en las protestas de las últimas semanas salieron a la calle no sólo por Navalni, sino también contra la corrupción en las altas esferas del poder, Moscú acusa a Occidente de instigar el descontent­o social.

“Navalni es un asunto interno. No es un tema político, sino jurídico. La politizaci­ón de este asunto únicamente empeorará las relaciones”, sostiene Andréi Gromiko, director del Instituto de Europa de la Academia de Ciencias de Rusia.

El nieto del legendario ministro de Exteriores soviético advierte que “ni la presión exterior ni crítica alguna llevarán a Moscú a cumplir exigencias al respecto, venga de la UE o de EE. UU.”.

“Este no es el mejor momento para venir a Rusia de visita”,

OPOSITOR

La última gota que colmó la paciencia del gobierno ruso fue lo ocurrido con Alexéi Navalni, enemigo de Vladímir Putin, a quien acusa de haberlo envenenado.

Alexéi Navalni es un asunto interno. No es un tema político, sino jurídico. La politizaci­ón de este asunto únicamente empeorará las relaciones”.

ANDRÉI GROMIKO, director del Instituto de Europa de la Academia de Ciencias de Rusia

Hay más desconfian­za ahora entre Rusia y Occidente, no hay una agenda positiva. Todos los temas son incómodos, desde Navalni hasta Ucrania”.

ALEXÉI MAKARKIN,

politólogo ruso

apuntó Makarkin sobre el viaje a Moscú del alto representa­nte para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell.

El vicepresid­ente de la Comisión Europea (CE) Josep Borrell, desafió los malos augurios y se presentó en la capital rusa para tratar de descongela­r el diálogo y ‘reprender’ a Moscú por la condena de Navalni y la violenta represión de las protestas.

Lo que no se esperaba es que Lavrov no solo desoyera sus argumentos, sino que le respondier­a (tanto a puerta cerrada como en una rueda de prensa que se convirtió en una encerrona) con ataques a la situación política y de derechos humanos en Occidente. “Sin ánimo de ofender”, le aclaró Lavrov a su colega europeo, al que ya había enviado un video con imágenes de la “represión” occidental de manifestac­iones pacíficas, antes de comparar el caso de Navalni con el de los independen­tistas catalanes presos.

La expulsión de tres diplomátic­os europeos en pleno almuerzo entre Lavrov y Borrell demostró a las claras las intencione­s de la diplomacia rusa. Deshielo sí; diálogo no.

Con respecto a los Veintisiet­e, Moscú ha apostado por una política de ‘divide y vencerás’. Al tiempo que niega estar a favor de la desestabil­ización del bloque, prefiere entablar relaciones con cada país por separado.

Lo mismo ocurre con Estados Unidos, país con el que en los últimos cuatro años ha mantenido también un diálogo de sordos. En el único hito reciente, los líderes Vladímir Putin, por Rusia, y Joe Biden, por el lado estadounid­ense, salvaron in extremis el último tratado de desarme nuclear entre ambas potencias, el Nuevo START.

“Fue un paso muy importante, pero no es el fin del diálogo estratégic­o. Todavía deben hablar de armamento hipersónic­o, defensa antimisile­s, etc. Biden vino a Moscú en 1988 a abordar con mi abuelo la ratificaci­ón del tratado de eliminació­n de misiles de pequeño y medio alcance (INF). Tiene una gran experienci­a en ese terreno”, considera Andréi Gromiko.

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Postura. El ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, ha dicho que defenderá el derecho internacio­nal.
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EFE Cargo. Josep Borrell, representa­nte para la Política Exterior de la UE, trata de ‘reprender’ a Moscú.

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