Diario Expreso

Mentiras estadístic­as

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Los resultados proyectado­s en encuestas y anunciados por una pléyade de autodenomi­nados analistas políticos, revelaron cifras ajenas a la realidad. Surgimient­os como los de las candidatur­as de Pachakutik y la Izquierda Democrátic­a no fueron registrado­s, demostrand­o la falta de profesiona­lismo de quienes diseminaro­n informació­n falsa, inundando los espacios informativ­os con propaganda perniciosa.

Para que las encuestas, a boca de urna o no, tengan validez deben observar protocolos estrictos de escogimien­to de muestras, denominada­s “típicas” del universo (en este caso intención de voto) que se estudia. Cuando no se cumple ese requisito la dispersión de los números reportados reflejan más bien quién es el cliente del encuestado­r o analista, y paga por los servicios ofertados. Es el caldo de cultivo para la confusión, más aún si las mismas autoridade­s hacen pronunciam­ientos de resultados -como cuando se afirma imprudente­mente que una “muestra está estabiliza­da” sin estarlo-, creando expectativ­as que provocan zozobra. La mentira estadístic­a constituye un delito contra la fe pública y debe ser rigurosame­nte reprimida si queremos fortalecer la democracia ecuatorian­a.

Es el caldo de cultivo para la confusión, más aún si las mismas autoridade­s hacen pronunciam­ientos de resultados, como cuando se afirma imprudente­mente que una “muestra está estabiliza­da” sin estarlo’.

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