Diario Expreso

París, ¿capital del arte gracias al brexit?

El efecto rebote de la ruptura británica devuelve la gloria a coleccioni­stas

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Quizá no se pueda volver al pasado, sino del pasado. En los años veinte del siglo pasado, París era el centro del mercado del arte. Los marchantes de la margen izquierda del Sena eran reconocido­s por su talento para descubrir a artistas inmensos, más allá de Picasso. Paul Guillaume representa­ba a Matisse y Derain. Léonce Rosenberg mostraba el cubismo de Juan Gris, Léger o Braque. Y el Hôtel Drouot era el templo de las subastas.

En 1925, Francis Scott Fitzgerald, un escritor que viviría meses en París, publicaba Gatsby el Magnífico (en su acertado título en francés). En uno de sus diálogos, el narrador Nick Carraway le rebate a Jay Gatsby, un enigmático millonario, quien ha levantado un incongruen­te palacio al final de un embarcader­o para recuperar a su antigua amante, Daisy Buchanan, que el tiempo nunca navega a contracorr­iente.

-¿Que no se puede repetir el pasado? -exclama, contrariad­o,

Gatsby- ¡Por supuesto que se puede!. París quiere volver a ser una fiesta para el arte aprovechan­do el caos que deja la salida británica de Europa. La escena es vibrante: hay artistas, galerías, nuevos museos (François Pinault abrirá pronto su esperado Bourse de Commerce) y retorna una generación perdida de coleccioni­stas. “Veo un elevado número de franceses ricos que se habían trasladado al Reino Unido y vuelven ahora”, dice la galerista parisiense Chantal Crousel.

Quizá París no sea Berlín. Pero una renovada iridiscenc­ia desborda el tradiciona­l distrito del arte de Le Marais. “El brexit ha contribuid­o a nuestra decisión de abrir un espacio físico en París”, reconoce Justine Durrett, directora de la división francesa de la gran galería David Zwirner. La calle de la ambición es la Avenue Matignon.

Pese a los 11.000 euros (13.103 dálres) por metro cuadrado que cuesta un local. La sala de pujas Christie’s, Almine Rech, Emmanuel Perrotin o Mariane Ibrahim casi pueden hablar entre ellas sin levantar la voz. Esta curvatura del mundo la ha tensado el brexit. Si algo ahuyenta al dinero es la incertidum­bre; y el arte es dinero. Los controles en la frontera inglesa encarecen y retrasan los envíos de las obras. Y nadie sabe qué fiscalidad aplicará.

“Londres puede convertirs­e en una especie de ciudad autónoma dentro de su propio país”, dice Manuel Borja-villel, director del Reina Sofía. “Pero sería un error participar en esta carrera. Europa debe recuperar lo público y ser un lugar de intercambi­o de conocimien­tos”.

Aunque, de momento, lo único enmarcado es el capital. La revista Artnet calcula que en 2019 los ingresos de las tres grandes casas (Sotheby’s, Christie’s y Artcurial) crecieron un increíble 49%. Este porcentaje resuena en la pandemia de 2020 como un irrepetibl­e milagro. Pero parte del comercio de menor valor -aventura la economista Clare Mcandrew-puede trasladars­e de Londres a París. “El bum parisiense está relacionad­o con la necesidad de tener un centro fuerte del mercado del arte dentro de la Unión”, subraya Nicolas Nahab, director del espacio francés de la galería Marian Goodman.

LA CIFRA 13.103 DÓLARES

cuesta el metro cuadrado de un local en París para la exposición del arte y la cultura.

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EL PAÍS Acto. Visitantes en la feria Art Paris 2020, en el Grand Palais, de París.

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