No olvidar lo prometido presidente Lasso
La responsabilidad política que tiene el nuevo presidente de los ecuatorianos es inmensa; el júbilo de los demócratas debe durar mucho tiempo. Ecuador merece ser tratado con sinceridad, honestidad, honradez, inteligencia, sabiduría y siempre por encima de todo, con Dios. La manera oprobiosa, represiva, con odio, llena de corrupción de la década pasada tiene que morir. La sociedad se estaba entregando a la inmoralidad y la canallada, sin un ápice de sentimiento de culpa, en total descomposición. No se puede entender el porcentaje de votantes del candidato contrario: cómo, por qué, a cuenta de qué. Si es por Correa se equivocaron totalmente. Está comprobado que sin poder no puede ganar; vino a arreglar las divisiones de su agrupación política y se fue dejándolo peor. Ahora apostó por un candidato y tampoco pudo hacerlo ganar. En definitiva, sin poder no es nada. La miopía ciudadana, en especial de los manabitas, a quienes les robaron toda la ayuda por el terremoto no puede continuar. Todos estos malos recuerdos tienen que ser borrados por un buen gobierno, que entregue oportunidades, facilidad empresarial, garantice la libertad de expresión, seguridad jurídica, respeto a la libertad de asociación y sobre todo ayuda social sin sesgo político. Lo inmediato es vacunar a los nueve millones de habitantes en los primeros 100 días de su gobierno.