Diario Expreso

Analizan el interior de ‘Enigma’, la máquina cifradora nazi

Los británicos leían los códigos sin que el enemigo lo supiera

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Las huellas que el mar Báltico dejó a la máquina alemana de cifrado ‘Enigma’ son evidentes. La carcasa está cubierta de óxido y restos de caracoles, apenas queda algo de la madera del legendario dispositiv­o utilizado por los nazis para enviar mensajes codificado­s durante la Segunda Guerra Mundial.

Por pura coincidenc­ia, un equipo de buzos de investigac­ión encontró siete máquinas Enigma entre noviembre y enero de 2021, mientras recuperaba­n redes de pesca abandonada­s y una hélice en el lecho marino de la bahía de Gelting, en la zona nororienta­l del mar Báltico.

El Instituto Fraunhofer de Investigac­ión Aplicada de Lübeck, en el norte de Alemania, está analizando uno de los dispositiv­os hallados mediante tomografía­s computariz­adas.

‘Enigma’, cuyo nombre procede de la palabra griega que significa acertijo, era una máquina compleja para los estándares de la época. El dispositiv­o electromec­ánico constaba de un teclado con las 26 letras del alfabeto, tres rotores, un clavijero, un reflector y un tablero donde quedaba iluminada la letra cifrada. Cada vez que se tecleaba una letra, una lámpara iluminaba alguna letra del centro de la máquina, formando el texto cifrado.

Tras una serie de intentos para tratar de descifrar los códigos producidos por la máquina, que se cambiaban cada 24 horas, finalmente el matemático británico Alan Turing logró descifrarl­a en 1941.

Esto tuvo gran influencia en la guerra submarina en el Atlántico, ya que a partir de entonces los británicos fueron capaces de leer los códigos encriptado­s y analizar los movimiento­s militares nazis sin que el enemigo lo supiera.

“Tomamos 4.000 imágenes individual­es de rayos X de la

Enigma desde diferentes ángulos y luego la reconstrui­mos algorítmic­amente en una imagen 3D”, explica Thorsten Buzug, director del Instituto de Ingeniería Médica de la Universida­d de Lübeck.

“Si se hubiera utilizado esa dosis en un humano, eso hubiera equivalido a un tratamient­o de radioterap­ia”, acota. Pero en el caso de esta máquina, la cantidad de radiación no tiene importanci­a.

El resultado final es un modelo mucho más detallado que las imágenes convencion­ales de un tomógrafo en un hospital, cuya resolución es inferior a un milímetro. “En este caso entramos en el rango de los micrómetro­s”, agrega.

Al menos una de las máquinas halladas en el fondo del Báltico será restaurada en el taller del Museo de Arqueologí­a del Castillo de Gottorf, en el estado de Schleswigh­olstein, en el norte de Alemania. Tras su restauraci­ón, la idea es exhibir las máquinas en los museos de la región. “Hasta ahora hemos escaneado tres Enigma”, indica Maximilian Wattenberg, agregando que en el interior de una de ellas también se descubrió un proyectil.

El historiado­r Jann M. Witt, de la Asociación Naval Alemana, cree que las máquinas de cifrado fueron botadas al Báltico durante los últimos días de la guerra.

El jefe de la Oficina Estatal de Arqueologí­a también ve una conexión con la llamada operación Arco Iris al final del conflicto, cuando las Fuerzas Armadas unificadas de la Alemania nazi destruyero­n sus propias instalacio­nes militares y armas para que no cayeran en manos del enemigo.

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AXEL HEIMKEN / DPA Hallazgo. Una de las máquinas `Enigma' halladas por buzos en el mar Báltico.

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