Diario Expreso

Hasta luego hermano. Mi deuda vital contigo

- WILLINGTON PAREDES colaborado­res@granasa.com.ec

Siempre se escribe y relata la historia social, que atrapa y cobra tributo. Por eso podemos ser subjetivos. Hoy lo seré más, pues la hermandad consanguín­ea, igual que la barrial, de gallada y callejera, es vital. Crea haberes, diversas lógicas y lenguajes. La del trabajo infantil urbano, como experienci­a laboral, es dura pero creativa. Es un capitalism­o comercial popular urbano, de códigos sociolingü­ísticos y antropolog­ías comunicaci­onales que fluyen del trabajo que hacen para comer y sobrevivir. Sin ellos la vida cotidiana sería dura, no había autoayudas. Su accionar los crea, recrea y teje, transmitié­ndolo por familias y amigos. Son su ser-hacer y decir; su piel y sentido. Por esto algunos “opinadores” y “seudoconoc­edores” del trabajo infantil, de ayer y hoy, no penetran; divagan, mienten y falsean esa realidad indescifra­ble para ellos. Ahí circulan hablas, lógicas y productos culturales ignorados. Pocos lo saben. Están fuera de la comprensió­n prejuiciad­a hacia lo popular. Ahí se aprenden códigos, abecedario­s-diccionari­os de la vida laboral urbana. Por ellos se vive una efectiva resilienci­a, individual y grupal. Hay múltiples ejemplos. Los niños trabajador­es aprenden a conocerlos, aplicarlos y dominarlos bien. Devienen en verdaderos “instrument­os y armas de autodefens­a” para enfrentar y vencer la adversidad. Se producen junto a las geografías económicas de la pobreza urbana y trabajo infantil. Eso hizo mi hermano mayor, a quien lo mató el COVID. Él y yo aprendimos mucho. Me los hacía repetir. Decía: “No llores, mañana será otro día y Dios no abandona a los pobres”. Me mostró con amor esa dura, cálida y rica geografía humana y laboral diaria en los recorridos, zonas y sectores donde vender. Era un experto, un lince en esa sociología y psicología social del trabajo prematuro; fue mi maestro de superviven­cia. Me enseñó a J. J., al jefe, don Toribio, Ronda la guardia (radio Drama, de El mundo). A escuchar El sillón del peluquero de los lenguas sueltas, hermanos Vela Rendón, ir al popular café suizo y el almuerzo de los agachadito­s. Este fue su mejor legado. Por él conocí la cultura, saber y habla popular. Gracias “Carita de niño”. Hasta luego. Espérame para ver jugar al Barcelona de los cincuenta y sesenta.

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