LOS ASIÁTICOS EN GUAYAQUIL
En 1920 los capitales de los almacenes de propiedad de asiáticos se encontraban entre los más grandes en Daule, Milagro y Balzar
Exceptuando Japón, durante siglos Asia fue un continente inmensamente pobre, su nivel de vida inferior al de América Latina, ocasionando que millones de asiáticos emigraran a otros países. En Estados Unidos fueron esenciales para la construcción de la red de ferrocarriles. En Perú llegaron destinados a la construcción del ferrocarril dirigida por Henry Miggs, aventurero estadounidense; fue el Archer Harman peruano. Los asiáticos, llamados culies en Perú, también trabajaron en las minas de guano en las Islas Chinchas de Perú. Hubo mucho abuso, se los trataba como esclavos. Muchos huyeron para establecerse en otros lugares, algunos arribaron a Guayaquil y otras ciudades costeñas. No hay fecha exacta de la llegada de ellos, posiblemente entre 1850 y 1870. Años después abrieron pequeños locales comerciales o trabajaron en haciendas, caso de las de Vicente Piedrahíta quien los contrató para actividades agrícolas. Carlos Alberto Flores, en Panorama y otros Tópicos, escribe que hacia fines del siglo XIX había en Balzar 16 tiendas,10 eran de asiáticos. En Jujan 10; Colimes 18 y Salitre 25.
En 1889, Antonio Flores Jijón con aprobación del Legislativo decretó prohibición de ingreso a asiáticos. Flores temía que los miles trabajando en el Canal de Panamá, vinieran trayendo malas costumbres a causa del abandono de la obra, por el constructor ingeniero Ferdinand de Lesseps, anterior constructor del Canal de Suez. Había miles desempleados. Llama la atención que no hace referencia al riesgo de que ellos trajeran la fiebre amarilla. De Lesseps había fracasado, entre otras razones, por el elevado número de fallecimientos por fiebre amarilla. Dos años más tarde, Flores cambió de idea y solicitó al Legislativo derogar la medida: “…hemos relajado las restricciones y permitido a los chinos establecidos en el país, libre salida y vuelta, así como la admisión de sus parientes inmediatos y socios; por lo que no ha habido en este bienio reclamación alguna. Con todo, podéis derogar el decreto ejecutivo del 14 de Setiembre de 1889, sino opináis como el Consejo de Estado, que dictaminó por su mantenimiento”, Flores hace referencia a que en Colombia, los británicos enviaron una nota al Gobierno “…sobre la introducción de asiáticos por cuenta de una casa Inglesa, dueña de una valiosa finca en Tolima…”. En Estados Unidos también las autoridades estaban a la caza de los traficantes de asiáticos. En años posteriores ingresaron a Ecuador algunos que se habían embarcado en Manila y Macao. Respecto a los que ya vivían en el país, Flores les permitió continuar residiendo “… mientras el Ejecutivo no juzgue conveniente hacer uso del derecho que le confiere el Art. 2º de la Ley de Extranjeros”. El decreto también les advirtió que si salían del territorio ecuatoriano no podían regresar.
La enorme capacidad de trabajo de los asiáticos les facilitó en pocos años establecer una red de negocios en todo Ecuador. En 1910 se ordenó censarlos a nivel nacional. En el mismo año, Guayaquil tenía más de 20 almacenes de propiedad de asiáticos. Wo On & Co fundado en 1885, con los años se lo conoció como La Lira de Oro; fue uno de los almacenes predilectos de la sociedad de Guayaquil que se acercaba a comprar telas de seda, lino, algodón y objetos de fantasía importados de Estados Unidos, Europa, China y Japón. Varios después de hacer dinero se regresaron a Hong Kong, y dejaron encargados a personas de su confianza. Por el éxito obtenido, El Guante, uno de los diarios de mayor circulación en Guayaquil, a 1911 los atacó, reclamó las prácticas comerciales seguidas por ellos y demandó su expulsión.