LA INVESTIGACIÓN ROMPE LAS BARRERAS
El equipo del biólogo francés Pierre Savatier publicó hace tres meses un intento de crear embriones quiméricos de macaco y humano en su laboratorio de la Universidad de Lyon. Los investigadores lograron un máximo de 10 células humanas en estructuras embrionarias de mono con un total de 250 células y siete días de desarrollo, según explica el bioquímico español Manuel Serrano, quien participó en el trabajo. Izpisua ha utilizado un coctel químico diferente para inducir un estado especial en las células humanas que implantó en los embriones de mono. Así ha logrado llegar a embriones de 19 días con alrededor de un 7 % humano. “Sus células funcionan espectacularmente bien”, afirma Serrano, del Instituto de Investigación Biomédica, en Barcelona. “La realidad es que Izpisua está rompiendo barreras. No vamos a tener órganos humanos crecidos en animales mañana, pero así es la ciencia. Vamos aprendiendo”, añade. La bióloga polaca Magdalena Zernicka-goetz también cree que el nuevo trabajo es “una demostración impresionante” de la capacidad de las células humanas para integrarse en un embrión de macaco, pero advierte de la dificultad para controlar dónde van esas semillas humanas, que podrían acabar en un órgano no deseado. Izpisua defiende que ya existen tecnologías para evitar que se formen neuronas humanas en el cerebro animal. “En el hipotético caso de poder generar un cerdo vivo con células humanas, podríamos impedir esos escenarios”, afirma el español. Zernickagoetz, de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), hace un llamado a que la sociedad discuta “las implicaciones éticas” de estos experimentos. El biólogo español Alfonso Martínez Arias opina que “era innecesario abrir esta caja de Pandora”. Su grupo en la Universidad de Cambridge produjo el año pasado, a partir de células embrionarias cultivadas en laboratorio, estructuras semejantes a un embrión humano de unos 20 días, sin la semilla que daría lugar al cerebro.