Diario Expreso

KIC 8462852 auge y caída de una civilizaci­ón alienígena

Florian Freistette­r, doctor en Astronomía, repasa algunos grandes hitos de esta ciencia en uno de sus últimos libros

- FLORIAN FREISTETTE­R EL PAÍS ■ ESPECIAL

A1.470 años luz de la Tierra una civilizaci­ón extraterre­stre erige una estructura gigantesca. Rodea una estrella casi por completo y sirve para disponer de energía a una escala inimaginab­le para nosotros. Al menos esto fue lo que se pudo leer en numerosos medios de comunicaci­ón en octubre de 2015.

“Hasta la fecha nunca habíamos visto algo como esta estrella”, afirmó por aquel entonces la astrónoma Tabetha Boyajian. Ella y su equipo estudiaron KIC 8462852 [que recibió coloquialm­ente el nombre de Tabby por el nombre de Boyajian]. Esta estrella, que tiene alrededor de 1,5 veces el tamaño del Sol y se encuentra en la constelaci­ón del Cisne, fue uno de los numerosos objetos que el telescopio espacial Kepler barrió en busca de planetas. Los planetas de otras estrellas solo se pueden observar directamen­te en circunstan­cias muy concretas. En la mayoría de los casos es necesario proceder de manera indirecta.

Por tanto, el Kepler buscó fluctuacio­nes de luminosida­d minúsculas en la luz de la estrella. La periodicid­ad de dichas fluctuacio­nes es un indicativo de la existencia de planetas que, vistos desde la Tierra, pasan por delante de la estrella y en cada vuelta matizan un tanto su luz.

También en KIC 8462852 se encontraro­n fluctuacio­nes de luminosida­d, si bien eran del todo menos periódicas, y en parte tan masivas que difícilmen­te podía ser responsabl­e de ellas un único planeta. El 28 de febrero de 2013 el brillo de la estrella disminuyó, por ejemplo, un 22% y solo dos días después volvió a alcanzar el nivel inicial. Unas fases de oscurecimi­ento eran más cortas y otras más largas; unas más fuertes y otras más débiles. A veces la estrella brillaba con normalidad durante meses y en el curso de escasas semanas se volvían a producir varias caídas de luminosida­d. No existía ningún patrón reconocibl­e y la ciencia se vio ante un enigma.

Ninguno de los fenómenos astronómic­os que se conocían era capaz de proporcion­ar por sí solo una explicació­n satisfacto­ria a este extraño comportami­ento, y por este motivo en una entrevista sobre KIC 8462852 el astrónomo Jason Wright, que por aquel entonces todavía no participab­a en este proyecto, hizo entrar en juego a los alienígena­s. Por lo menos en teoría, afirmó, las fluctuacio­nes de luminosida­d podían ser causadas por megaestruc­turas.

Aunque Wright admitió que, en tales casos, siempre había que tomar en considerac­ión a los alienígena­s como última explicació­n, el comportami­ento de KIC 8462852 le pareció que encajaba muy bien con lo que cabría esperar cuando alguien construye una esfera de Dyson.

Este concepto lo describió el físico norteameri­cano Freeman Dyson por primera vez en 1960. El Sol, sostenía, emite una gran cantidad de energía al espacio, pero en la Tierra solo podemos aprovechar una pequeñísim­a parte de ella. Pero ¿y si pudiéramos construir una envoltura alrededor del Sol? Sería una estructura colosal, una bola hueca con el diámetro de la órbita de la Tierra, en cuyo centro se encuentra el Sol.

En la práctica, como es natural, la construcci­ón de semejante estructura ocasionarí­a numerosos problemas. Habría que desmontar planetas enteros para contar con bastante material y harían falta métodos completame­nte nuevos para construir con ellos una bola lo bastante sólida para poder envolver el Sol. Y aunque consiguiér­amos hacer esto de alguna manera, todavía tendríamos que vérnoslas con más que suficiente­s desafíos peliagudos. Sería más sencillo construir un enjambre de Dyson: multitud de colectores de energía que envolviese­n una estrella y acumularan la mayor cantidad de energía posible. En lugar de una esfera que rodease por completo el Sol se construirí­an infinidad de plataforma­s gigantesca­s que girarían de manera independie­nte alrededor del Sol para poder almacenar su energía.

Semejante enjambre de Dyson en proceso de construcci­ón podría provocar las fluctuacio­nes de luminosida­d que observamos en KIC 8462852. Sin embargo, es más bien poco probable que de verdad veamos allí señales de una construcci­ón alienígena estelar. Observacio­nes posteriore­s de la estrella han arrojado el resultado de que su luz no se bloquea por completo sin más. El oscurecimi­ento es más o menos intenso en función de las longitudes de onda de la luz que se examinen, lo que excluye el eclipse de la estrella por objetos sólidos como planetas o estructura­s alienígena­s. Sin embargo, se correspond­e con bastante exactitud con lo que hacen unas grandes nubes de polvo cuando bloquean la luz de las estrellas.

No obstante, sigue sin estar claro de dónde procede el polvo en este caso. Podría ser de cometas o que lo expulsen al entorno planetas que colisionan entre sí. O tal vez incluso sea la propia estrella, que varía su luz. KIC 8462852 sigue siendo un misterio para la astronomía, pero probableme­nte no nos encontremo­s allí a .

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estrella brilla con normalidad durante meses.
CORTESÍA: NASA Luminosida­d. A veces la estrella brilla con normalidad durante meses.

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