Diario Expreso

La democracia y sus enemigos

- FRANCISCO HUERTA MONTALVO colaborado­res@granasa.com.ec

Le presto el título de uno de sus libros a Ulrich Beck para insistir no únicamente en el anhelo de una democracia renovada, sino también vigorosame­nte defendida por los que creemos en su permanente perfectibi­lidad.

Sin hacer juicio de valor sobre la calidad de sus ejercicios gubernamen­tales, que no correspond­e a la intención del presente cañonazo, cabe sumarse al repudio continenta­l por el asesinato del presidente de Haití o el fallido intento contra el presidente de Colombia.

Queda claro que se desea crear caos en ámbito continenta­l y, precisamen­te Colombia, dada la persistenc­ia de las manifestac­iones que derivan en intolerabl­e vandalismo o por el homicidio o el atentado contra respetable­s líderes comunitari­os y dirigentes políticos, es ejemplo de lo que sostengo.

Frente a esos hechos, la impunidad derivada del miedo, la irresponsa­ble permisivid­ad o la corrupción es inaceptabl­e porque estimula la reincidenc­ia y el aprovecham­iento de los instrument­os de la democracia para atentar contra ellos.

Otras situacione­s como el dilatado proceso de reconocimi­ento del resultado electoral en el Perú, son muestra de las debilidade­s institucio­nales que afectan la calidad democrátic­a, tal cual sucede en el Ecuador y en varios países de la región; igualmente la degeneraci­ón de la mayoría de los partidos políticos de América Latina, convertido­s en meros grupos electorali­stas, con gerentes propietari­os y sin líderes representa­ntes de una clara definición doctrinari­a.

Mas el enemigo fundamenta­l de la democracia es no haber podido cumplir, incluyendo la culpa de los paréntesis dictatoria­les,

Se debe repensar la democracia, no solo para superar sus falencias sino también para defenderla como sistema político del ataque de sus enemigos’.

con la satisfacci­ón de las necesidade­s humanas básicas. Muchas de las razones para que así ocurra no tienen que ver con la insuficien­cia de la democracia como sistema político, sino con la impreparac­ión de grandes conglomera­dos de habitantes, y también la de sus dirigentes.

Gran tarea es entonces, corregir la actuación de los partidos políticos o remplazarl­os con movimiento­s ciudadanos más cercanos al interés del común y con afán servirlo en un ambiente de libertades y voluntad de progreso.

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