Preparación física: antes nada, ahora mucho
Entre 1940 o 1945, a nadie se le ocurría que para jugar al fútbol había que hacer mucha gimnasia. En nuestras canchas de polvo y sarteneja dar dos vueltas al perímetro antes de entrenar era suficiente. La habilidad del jugador suplía al cansancio, y además las lesiones no se hacían esperar.
Ya para 1947 se inició lo que podríamos llamar el nacimiento de nuestro balompié profesional. La ASO de fútbol decidió contratar como preparador físico a don Gregorio Esperón, un argentino, exjugador platense que además estuvo en la selección de su país.
Don Goyo, como cariñosamente se lo reconoció desde que inició su trabajo, entrenaba en la parte física a tres equipos, por supuesto, en diferente horario. Barcelona, Emelec y 9 de Octubre, recibían sus indicaciones con las que lograron mejorar en mucho su rendimiento, en especial en la resistencia y velocidad de juego.
El intento dio muy buen resultado y a partir de allí todos los equipos que participaban en el campeonato de la ASO entregaron un mejor espectáculo y buen rendimiento. Para ese entonces nos tuvimos que olvidar de los calentamientos en los camerinos en espacios reducidos, y sobre todo trabajar en una nueva modalidad que sin duda alguna trajo muy buenos resultados. De ahí que nacieron los preparadores físicos, entre ellos el autor de esta columna.
En 1953, Esperón cambió de actividad y se hizo entrenador para dirigir a nuestra selección nacional. Hoy en día la figura de preparador físico es algo indispensable en todos nuestros equipos profesionales; muchos de ellos entregan al público antes de cada partido una demostración de sus virtudes, con una serie de movimientos que incluyen giros, arranques, saltos y demás, lo cual también en algunos casos son excesivos y agotan a muchos de los jugadores.
El ejemplo que dejó Esperón fue adoptado con el pasar del tiempo por casi todos los deportes profesionales o no profesionales que se practicaban en nuestro país. En el recuerdo constan excelentes preparadores, muchos de ellos aún están en el pensamiento de quienes tuvimos la suerte de iniciarnos en una actividad que antes de 1950 era definitivamente desconocida. Todo sea por el bien de muchos de nuestros deportistas.