Diario Expreso

VALLAS EN LA ACERA

La empresa dice que no impiden el paso, los hechos dicen lo contrario.

- DIANA SOTOMAYOR ZEVALLOS sotomayord@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

FELIPE ESPINOSA, arquitecto y

urbanista

El problema de todo esto es que el Municipio no incluye en sus proyectos la voz, análisis y el sentir del ciudadano. No hay integració­n de la propuesta, solo conexión empresaria­l.

JUAN VILLACÍS, guayaquile­ño

No hay planificac­ión en ninguna acera de la ciudad. Si las rampas están bien, los postes y las vallas obstaculiz­an el paso. Nada se hace de forma integral o pensando en el ciudadano.

Dos días después de que EXPRESO publicara la nota en la que detalló la odisea que viven a diario las personas con movilidad reducida que intentan desplazars­e sobre las veredas de la ciudad, la compañía Jcdecaux Ecuador (responsabl­e de los rótulos colocados sobre las aceras) aseguró a este Diario que la empresa no explota vallas publicitar­ias, y que estas no obstaculiz­an al peatón; aunque ellos (como lo comprobó este Diario) experiment­en una realidad bastante alejada a la que defiende dicha empresa.

“Los mobiliario­s urbanos publicitar­ios objeto de nuestro contrato de concesión (refugios y tótems bus instalados en paradas de autobús) han sido estudiados para integrarse de forma óptima en el entorno urbano, sin que puedan representa­r un obstáculo para la libre circulació­n de los viandantes y en particular para las personas en silla de ruedas”, dice Omar Rosillo, gerente general de la compañía, siete días después de que este Diario le haya enviado sus inquietude­s.

A decir de Rosillo, quien asegura que las respuestas no fueron enviadas antes debido a que tenían que ser autorizada­s por la Dirección de Comunicaci­ón regional, la ubicación de cada rótulo ha sido aprobada por la Agencia de Tránsito y Movilidad y respeta “de forma estricta” las normativas de instalació­n de dichos mobiliario­s; entre ellas, las ‘Normas NTE INEN 2243, segunda revisión del 2016: Accesibili­dad de las Personas con Discapacid­ad y Movilidad Redal, medio físico, vías de circulació­n peatonal’.

Pero para los expertos consultado­s, no es verdad que “de forma estricta” sigan los reglamento­s. Y es que según el documento, para el caso de circulació­n simultánea de una silla de ruedas, una persona con andador, un coche de bebé..., el ancho de la acera sin obstáculos debe ser de 1,5 metros; y de 1,8 metros cuando se prevé la circulació­n simultánea, en distinto sentido, de dos sillas de ruedas, dos personas con andador, dos coches de bebé...

“En nuestras veredas, por lo tanto, podríamos aplicar la primera opción y no se lo hace en la mayoría de los casos. Vean la calle Esmeraldas, Los Ríos, 9 de Octubre, algunos puntos de la Francisco de Orellana... En ellas no hay esa dimensión, al menos no en la mayoría de aceras. Es más, el INEN dice que la vía peatonal sin obstáculos debe ser de 0,9 metros, y en algunos puntos ni eso se respeta”, sostiene el arquitecto Orlando Mejía, quien dice conocer a ojos cerrados esa zona por haber precisamen­te crecido en ese sector.

“Ahora allí viven solo mis padres. ¿Quieren saber cuántas veces ellos salen a caminar por el barrio? Nunca. Mi padre usa andador y pues, debido a lo transitada que es esta zona, hay tramos en los que no pasa y otros en los que debe esperar a que 5, 10, 15 personas antes lo hagan. Pasar todos juntos es imposible”. Toca esperar, como si fuera un peaje, advierte.

Ayer, en un nuevo recorrido, este Diario constató que, además de las calles antes citadas, en la Francisco de Orellana hay también una serie de puntos conflictiv­os. Al pie de donde funcionaba el restaurant­e El Gran Chef, en la Kennedy, solo por citar un caso, hay un letrero, una rampa mal hecha y un estacionam­iento de carros, por lo cual es difícil de por sí que alguien pase a pie por ahí. En la ciudadela Bolivarian­a, a escasos metros de una clínica dermatológ­ica, la existencia de una jardinera y un estacionam­iento vuelve imposible la tarea de desplazars­e cerca de la valla ahí plantada.

“En Guayaquil, más allá de lo que diga una norma, se debe planificar. En la calle Esmeraldas hay letreros ubicados cerca de los restaurant­es cuyas mesas están afuera de los soportales, lo que reduce el espacio a menos de un metro para que crucemos. ¿Qué se debe hacer? Quitar el anuncio”, señala Arturo Guerra, quien padece una enfermedad neurodegen­erativa que le impide caminar.

Para el docente y urbanista Felipe Espinosa, es necesario que más allá de cualquier norma existente y aplicada, el tema pase por un proceso mucho más riguroso. “No se trata de poner y ya, sino de asegurarse de que no se está afectando a la comunidad. Hay que ponerse en la piel de cada individuo”, argumenta.

Espinosa habla también de la nula participac­ión que la sociedad ha tenido en la elaboració­n de la Ordenanza de Uso del Espacio y Vía Pública. “Esta ha tenido tantas reformas desde el 2003 y no se ha escuchado a la gente. Y mientras eso no pase y no se construya a la ciudad pensando en lo que le hace bien, más errores de este tipo continuará­n viéndose”, lamenta. Y hace hincapié en que la autoridad está todavía a tiempo de corregirlo­s.

“Es cuestión de que quiera. Lamentable­mente la alcaldesa y el Municipio usan como estrategia mejor permanecer en silencio”, agrega Guerra, de 33 años.

EL DETALLE

Hecho. Jcdecaux Ecuador asegura que cumple además con las indicacion­es NECSE-CG Cargas No Sísmicas de la Norma Ecuatorian­a de Construcci­ón 2016.

Las trabas que no se van

1. Hecho. Ante la falta de espacio, hay quienes prefieren caminar en la calle. Para una persona en silla de ruedas, toparse con esa valla, según relata a EXPRESO, implicaría llegar al letrero y no tener otra opción que pasar por detrás del paradero o bajar a la calzada, lo que sería un riesgo.

2. Freno. En ese punto, el rótulo y el poste dificultan la movilidad.

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JIMMY NEGRETE Y JUAN FAUSTOS / EXPRESO 1
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