La Panamá, el ‘boom’ gastronómico
Hemos visto que la calle Panamá es un ejemplo de lo que debe ser el centro. Somos pioneros en sacar las mesas y sillas afuera y nos sentimos orgullosos. Pamela Abad, dueña de Café Colibrí
La calle Panamá, situada en el centro de la ciudad, se ha convertido en el sitio de moda de Guayaquil y esto es gracias a la llegada de más de una docena de establecimientos gastronómicos, cuyos capitanes son emprendedores, y que ofrecen de todo: dulces, pastas, mariscos, comida mexicana, platos gourmet... Esta cartilla de sabores es la que ahora deleita a una marea de ciudadanos que se vuelcan a la arteria, no importa si es un día particular o fin de semana.
Algunos visitantes son de las oficinas aledañas, otros llegan con sus familiares o amigos, mientras que hay quienes incluso aterrizan desde el sur o de los cantones vecinos, como Daule o Samborondón. Quieren caminar libremente, disfrutar de los manjares que se ofrecen en los locales, y aplauden que la autoridad por fin le haya dado vida a esta parte del centro con la puesta en marcha de la regeneración. Esto último ha sido un pedido ciudadano de muchos años y se espera que se multiplique en otras zonas céntricas, para devolverle el dinamismo a esta parte de la urbe.
“Esto es Guayaquil: tradición, comida y su gente. Me encanta venir a comer rico y disfrutar de la vista, a escasas cuadras está el malecón y los murales hacen que la Panamá sea un ejemplo para la ciudad”, comenta Gabriela Carbo, una ingeniera civil que a diario se pasea por la arteria y a la que también le agrada observar a jóvenes y adultos caminar en una zona donde antes imperaba el miedo.
Pamela Abad es propietaria de Café Colibrí y sus ojos verdes se iluminan cuando se refiere a la metamorfosis que ha tenido la Panamá. Ella se siente orgullosa, contenta y concuerda con la mayoría de los visitantes: así deben ser recuperadas otras zonas. En su local destaca que la cocina es abierta y de esta manera los usuarios, que prefieren sentarse afuera del local, pueden ver cómo se preparan sus pedidos.
En los alrededores del negocio, sobre todo en las denominadas horas pico, decenas de meseros toman nota mientras mantienen las medidas de bioseguridad. Así es como llevan a las mesas las jarras de cerveza, cocteles y platos fuertes que esperan los sonrientes grupos de personas.
Pero el resurgir de la Panamá también se debe al Museo del Cacao, que cuenta con 15 salas donde se detallan los antecedentes de este emblemático producto y lo que significó para Guayaquil y el Ecuador.
Es decir, la Panamá ya es un sitio obligado para el turismo y donde se fusionan la gastronomía, la cultura y la historia.