Diario Expreso

Buenos Aires, el lienzo infinito para artistas del arte urbano

Ellos, con látex, rodillos y pinceles, pintan en lugares abandonado­s

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Una especie de ‘libertad refrendari­a’ subsumida en el ‘caos’ permanente de la ciudad convirtió a Buenos Aires, o más concretame­nte a sus paredes, en objeto codiciado por artistas visuales urbanos, que encontraro­n en el espacio público y el beneplácit­o de los habitantes un lugar para plasmar sus obras.

La capital argentina alberga uno de los movimiento­s de arte urbano espontáneo­s e independie­ntes más activos de América Latina, acompañado desde 2009 por una ley de muralismo que permite a los artistas, con la autorizaci­ón de los dueños de las propiedade­s, expresarse libremente en sus paredes. Alrededor del mundo, el arte urbano abarca variedad de expresione­s y un aspecto en común: el estrecho vínculo con la idiosincra­sia de cada sociedad y la relación que mantiene con su espacio público. En ese sentido, el artista francoarge­ntino Pol Corona destaca la energía de Buenos Aires: “La apertura mental de la gente, de la sociedad, te abraza y te invita a pedir permiso para que puedas entablar una relación con los dueños de las paredes”.

Esa buena predisposi­ción de los habitantes se refleja desde hace unos años en las actividade­s que la ciudad desarrolla para difundir el arte callejero.

Entre ellas, las varias ediciones de Color BA, festival que convoca a artistas nacionales y extranjero­s, y en el que se intervinie­ron unos 15.000 m2 de fachadas, paredes y medianeras. Al margen de las regulacion­es, las caracterís­ticas contracult­urales de esta actividad artística se manifiesta­n espontánea­mente en grafitis, “stencils” (plantilla reutilizab­le sobre la que se aplica aerosol), pegatinas, “stickers” y murales, que abundan con y sin permiso en la ciudad.

Cecilia Quiles, miembro de Graffitimu­ndo, organizaci­ón que apoya y difunde el trabajo de artistas urbanos de Buenos Aires desde hace más de una década, ahora también desde la Galería Unión, entiende que a diferencia de lo que sucede en otros países en los que el espacio público está sumamente regulado el concepto aquí es difuso: “Es otra la mentalidad, otra la memoria reciente”.

Más allá de una extensa cultura de expresione­s políticas, pósteres e inscripcio­nes diversas en las paredes, el gran detonante del arte urbano, de la mano de la expresión graffitera y de la técnica del “stencil”, fue la crisis económica del 2001, “el que se vayan todos”.

Sumado a los “cacerolazo­s”, el centro financiero de la ciudad y los edificios gubernamen­tales se cubrieron con pintadas de protesta por las restriccio­nes a la libre disposició­n de los depósitos bancarios.

En ese contexto, artistas del diseño gráfico y de la animación, que ya habían hecho intervenci­ones en el espacio urbano, comenzaron a reunirse en barrios residencia­les de la ciudad.

“Así surge en Buenos Aires y luego en otras ciudades del país la escena del arte urbano y los murales a gran escala”, comenta Quiles.

La situación económica y la misma naturaleza colaborati­va del muralismo hicieron que los artistas compartier­an pinturas y herramient­as

 ?? JUAN RONCORONI / EFE ?? Muestra. A partir de 2011 hubo una explosión de arte urbano, y luego se volvió una tendencia en Buenos Aires.
JUAN RONCORONI / EFE Muestra. A partir de 2011 hubo una explosión de arte urbano, y luego se volvió una tendencia en Buenos Aires.

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