LA NUEVA ESPERANZA CANARIA
Leonai Souza, medio de contención riguroso, lanzador, esforzado, por el que muchos entrenadores lo tienen como irrebatible. Y es que al que sabe, no se le toca.
No es sumiso, ni previsible. Cierra la puerta del área grande. Contribuye al equilibrio haciendo de bisagra entre la defensa y el ataque. Conoce las claves colectivas del juego. Líder silencioso. Gran potencia de salto y buen golpeo de cabeza. Mide bien los tiempos y la velocidad de los cruces. Rompe las conexiones múltiples del rival. Se respalda en el volante de equilibrio y laterales.
Es más fácil desnivelar por superioridad numérica que por habilidad individual. Souza es capaz de asegurar el balón en salida y sorprender con arranques inesperados que desahogan el juego de su equipo cuando se pone muy pautado. En fútbol de los problemas solo te saca la pelota.
Su desdoble va con velocidad y fuerza. La velocidad podemos traducirla como precisión y la fuerza como astucia. Lo primero que hay que lograr es la precisión para después ir ganando velocidad.
Si un equipo pierde precisión le da al rival más posibilidades que las debidas. La práctica con pelota le sirve al futbolista para descubrir a qué máxima velocidad es capaz de ser preciso. El jugador veloz es el que resuelve antes no el que corre más ligero. Souza, de medio centro, encontró su lugar definitivo y la confianza que lo hace impasable. Hace valer su inteligencia como su autoridad.
Acostumbra a jugar un fútbol de toque seguro, paciente, que provoca confianza por su efecto magnético, pero sorprende con un repentino cambio de velocidad en la zona de finalización. Leonai, inmune al desaliento, gana por insistencia. No confía todo a la inspiración, porque a veces falla. Entonces cuenta con un vagón de recursos para auxiliar al equipo de otra forma. Cerebro. Cálculo. Impedir. Destruir. Cuando castiga los tobillos adversarios no lo hace por ligereza o necesidad, sino por placer.