LO QUE DEJÓ EL CLÁSICO
Los jugadores amarillos peligrosos eran los que se agregaban detrás del balón. Porque los que estaban delante (Mastriani-martínez) pudieron ser detectables, pero los que venían de atrás rompiendo líneas eran indetectables, imposible de marcar. Emelec metió el partido en tiempo muerto cortándolo sistemáticamente. La fórmula amarilla buscó el segundo desmarque.
El segundo desmarque es imposible de contrarrestar. El tercer hombre es el que no participa de la combinación inicial. Se va desmarcando a favor del espacio conseguido. El tercer hombre descubre dónde está el claro, contra una defensa desarticulada y remata al arco apareciendo por sorpresa. Aquello Rescalvo no se lo permitió.
Barcelona trató de lastimar los espacios. Intentó jugar mano a mano. Emelec no lo dejó. Anticipó, marcó con rigor, manejó bien los respaldos. Lo fue apagando al rival.
No salió de a uno. A los equipos que imponen condiciones y quieren goles como Barcelona, la mejor manera de contrarrestarlos es atacándolos, sino juegan en el territorio donde ellos planifican el partido.
Dixon interpretó al trote las zonas donde debía quitar, recibir, manejó el ritmo del equipo. Tuvo la visión limpia de la jugada. Zapata desbordó a Leonel, Cevallos borró a Souza, su lanzamiento filoso fue incontrolable para Burrai, Alejandro Cabeza sin lucidez para definir frente al arco vacío. La voluntad se rendía cuando Barcelona empezaba a jugar mal, se empezó a partir cuando no habían asociaciones. No aparecía la rueda de pases, apenas lograba toques exigidos y demorados.
En el segundo acto, Díaz fue a la cancha por Perlaza. Un flechazo de Rojas fue desviado por el arquero.
Emelec tenía incorporado el método de pases rápidos, para atacar y detectar los movimientos defensivos del contrincante. Buenos controles, lo que le permitía tener un panorama claro.
El exceso de revoluciones de Barcelona hacía que sea su propio defecto, porque quedaba muy desarreglado, y desordenado en el fondo… Una mala salida de Sosa fue facturada por Carabalí, Alejandro Cabeza acompañó, Carabalí remató y el rebote fue para Zapata que no le dio tiempo al portero, porque la pelota quedó como suspendida. Zapata perturbó a Burrai, 1-0 (81´). Que fácil lo hizo, juntó mérito con certeza.
Castillo tocó en cortada, Carcelén receptó, giró y armó el remate sobre Romario, Ortiz esperó un tiempo para intuir, no se lanzó antes,1-1 (87´). Fueron minutos de arrebato emocional.