¿Podrá Europa superar la amenaza de escasez de gas?
¿ Qué efecto puede tener para las economías de Europa la interrupción de las importaciones de gas ruso? La pregunta divide a los economistas. Coinciden en que habrá consecuencias negativas, ¿pero cuán graves? Las predicciones van desde una ligera recesión hasta el desastre económico y desempleo masivo. Se gastó mucha energía intelectual en estimar la magnitud de posibles contracciones del PIB, pero no se habló tanto sobre cómo prepararse para una escasez de gas, en el supuesto de que Rusia decida cerrar el grifo. Pero desde que Rusia suspendió la entrega de gas a Polonia y Bulgaria, a los funcionarios y analistas europeos ya no les queda alternativa. Tienen que empezar a pensar en cómo contener las consecuencias reales de una posible escasez de gas. Todos los proveedores de gas de Europa ya operan al máximo de sus capacidades. El gas ruso constituye el 40 % del suministro para la UE. Si se interrumpiera (y bien puede ocurrir), habrá que reducir considerablemente el consumo de gas. Hay tres mecanismos que pueden facilitar esa reducción: suba de precios, racionamiento forzoso y acción estatal. En nuestra opinión, el mecanismo de precios por sí solo no bastará para hacer frente a la escasez y como el racionamiento forzoso debería ser el último recurso, creemos que hay que prestar más atención a la iniciativa estatal. La UE ya tiene algunas directivas en materia de infraestructuras y suministro de electricidad en situaciones de emergencia, pero ninguna se adapta a la magnitud de la escasez que podría darse; se diseñaron para interrupciones breves causadas por fenómenos meteorológicos extremos o problemas técnicos, y de modo tal de proteger a los consumidores residenciales, con imposición de racionamiento forzoso a los usuarios industriales. Detener los sectores industriales europeos con alto consumo de energía no es una opción viable. Podría tener serias repercusiones, que incluyen una mayor tensión sobre las cadenas globales de suministro e importantes derrames en los niveles de inflación y el crecimiento. Cualquier ahorro de gas de una magnitud suficiente para compensar la escasez deberá incluir aportes significativos de todos los grupos de usuarios (consumidores y servicios residenciales e industriales por igual). Para esto se necesitarán metas claras y un reparto equitativo de costos. Pero para que sean políticamente aceptables y puedan aplicarse de inmediato, esas metas se deben negociar por adelantado. Cualquier respuesta de la UE a una interrupción del suministro girará necesariamente en torno de metas y medidas para el ahorro de gas, y serán más creíbles si se deciden en conjunto con planes de contingencia para racionamiento y medidas de solidaridad adicionales. La formulación de la política económica tendrá que adoptar la lógica de la preparación para desastres, con especial atención a la justicia, la solidaridad y la legitimidad. Pasar del énfasis de la proyección de consecuencias económicas a la preparación para desastres puede ser esencial para que Europa sea capaz de soportar los costos sociales, económicos y políticos de una interrupción del suministro de gas. Las autoridades deben formular respuestas a la escasez que no se basen solo en los precios, asegurar que todos contribuyan en forma equitativa y contener los daños tanto como sea posible.
Las autoridades deben formular respuestas a la escasez que no se basen solo en los precios, asegurar que todos contribuyan en forma equitativa y contener los daños tanto como sea posible’.