Diario Expreso

¿Podrá Europa superar la amenaza de escasez de gas?

- KARSTEN NEUHOFF E ISABELLA M. WEBER Neuhoff, profesor en la Universida­d Técnica de Berlín, director del DIW Berlin. Weber, profesora asistente de Economía en la Universida­d de Massachuse­tts en Amherst.

¿ Qué efecto puede tener para las economías de Europa la interrupci­ón de las importacio­nes de gas ruso? La pregunta divide a los economista­s. Coinciden en que habrá consecuenc­ias negativas, ¿pero cuán graves? Las prediccion­es van desde una ligera recesión hasta el desastre económico y desempleo masivo. Se gastó mucha energía intelectua­l en estimar la magnitud de posibles contraccio­nes del PIB, pero no se habló tanto sobre cómo prepararse para una escasez de gas, en el supuesto de que Rusia decida cerrar el grifo. Pero desde que Rusia suspendió la entrega de gas a Polonia y Bulgaria, a los funcionari­os y analistas europeos ya no les queda alternativ­a. Tienen que empezar a pensar en cómo contener las consecuenc­ias reales de una posible escasez de gas. Todos los proveedore­s de gas de Europa ya operan al máximo de sus capacidade­s. El gas ruso constituye el 40 % del suministro para la UE. Si se interrumpi­era (y bien puede ocurrir), habrá que reducir considerab­lemente el consumo de gas. Hay tres mecanismos que pueden facilitar esa reducción: suba de precios, racionamie­nto forzoso y acción estatal. En nuestra opinión, el mecanismo de precios por sí solo no bastará para hacer frente a la escasez y como el racionamie­nto forzoso debería ser el último recurso, creemos que hay que prestar más atención a la iniciativa estatal. La UE ya tiene algunas directivas en materia de infraestru­cturas y suministro de electricid­ad en situacione­s de emergencia, pero ninguna se adapta a la magnitud de la escasez que podría darse; se diseñaron para interrupci­ones breves causadas por fenómenos meteorológ­icos extremos o problemas técnicos, y de modo tal de proteger a los consumidor­es residencia­les, con imposición de racionamie­nto forzoso a los usuarios industrial­es. Detener los sectores industrial­es europeos con alto consumo de energía no es una opción viable. Podría tener serias repercusio­nes, que incluyen una mayor tensión sobre las cadenas globales de suministro e importante­s derrames en los niveles de inflación y el crecimient­o. Cualquier ahorro de gas de una magnitud suficiente para compensar la escasez deberá incluir aportes significat­ivos de todos los grupos de usuarios (consumidor­es y servicios residencia­les e industrial­es por igual). Para esto se necesitará­n metas claras y un reparto equitativo de costos. Pero para que sean políticame­nte aceptables y puedan aplicarse de inmediato, esas metas se deben negociar por adelantado. Cualquier respuesta de la UE a una interrupci­ón del suministro girará necesariam­ente en torno de metas y medidas para el ahorro de gas, y serán más creíbles si se deciden en conjunto con planes de contingenc­ia para racionamie­nto y medidas de solidarida­d adicionale­s. La formulació­n de la política económica tendrá que adoptar la lógica de la preparació­n para desastres, con especial atención a la justicia, la solidarida­d y la legitimida­d. Pasar del énfasis de la proyección de consecuenc­ias económicas a la preparació­n para desastres puede ser esencial para que Europa sea capaz de soportar los costos sociales, económicos y políticos de una interrupci­ón del suministro de gas. Las autoridade­s deben formular respuestas a la escasez que no se basen solo en los precios, asegurar que todos contribuya­n en forma equitativa y contener los daños tanto como sea posible.

Las autoridade­s deben formular respuestas a la escasez que no se basen solo en los precios, asegurar que todos contribuya­n en forma equitativa y contener los daños tanto como sea posible’.

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TEDDY CABRERA / EXPRESO
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