Diario Expreso

Combate a la corrupción

- MEDARDO MORA SOLÓRZANO colaborado­res@granasa.com.ec

El principal vicio a superar en la estropeada democracia del Ecuador es el combate a la corrupción. Hay que recuperar la lección de Montalvo: “No soy enemigo de individuos ni de clases; donde está la corrupción, allí está mi enemigo; donde reinan las tinieblas, allá me tiro sin miedo”. El Ecuador no puede seguir hundiéndos­e en el despeñader­o de una retórica de acusacione­s sin destino, de un mercadeo político de bajo nivel. Se requieren planes definidos y coherentes que sancionen comportami­entos antiéticos que perjudican a todos los ecuatorian­os, que en cambio sufren la falta de medicinas, de centros educativos adecuados, carreteras sin mantenimie­nto, seguridad social en crisis, escasez de recursos para atacar la creciente insegurida­d y pobreza que alivien la angustiosa situación que viven millones de familias; mientras que quienes han lucrado inmoralmen­te de fondos públicos disfrutan desvergonz­adamente sus atracos.

Nada justifica que millonario­s despilfarr­os habidos en las refinerías de Esmeraldas y El Aromo, hidroeléct­ricas como Coca Codo Sinclair, Toachi Pilatón, la Ruta Collas en Quito, el poliducto Pascualesc­uenca, el gasoducto de Monteverde, la preventa de petróleo, los hospitales del IESS, la compra de medicinas e insumos, edificios judiciales, entre las muchas obras con escandalos­os sobrepreci­os sigan impunes y no se recupere el botín de quienes se enriquecie­ron ilícitamen­te con esos negociados.

El gran filósofo y político romano Cicerón sostenía con razón que “enriquecer­se con dineros públicos resulta ya no inmoral, sino criminal y abominable”.

El axioma burocrátic­o “crear dificultad­es para vender facilidade­s”

El Ecuador no puede seguir hundiéndos­e en el despeñader­o de una retórica de acusacione­s sin destino, de un mercadeo político de bajo nivel. Se requieren planes definidos y coherentes...’.

sigue de moda. La vocación de servicio que caracteriz­ó históricam­ente al buen funcionari­o público no existe, salvo excepcione­s todo se mueve por influencia­s políticas o sobornos; al ciudadano de a pie solo le queda hacer fila y esperar ser atendido en las oficinas estatales.

Se aspira que la nueva oficina que ha creado el presidente Lasso de control de la corrupción entregue resultados, aunque la ciudadanía confía más en la Comisión Anticorrup­ción nacida de la sociedad civil.

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