Rectificar, pues el país se dirige a la catástrofe
En tiempos como el que vivimos, la democracia no es tarea. Es imperioso perfeccionar la institucionalidad democrática. Pero abandonar la sana trayectoria de aprendizaje democrático tiene serias y muy profundas consecuencias sobre las aspiraciones de calidad de vida y prosperidad del pueblo. Hoy que vivimos una permanente y creciente tensión social por la errada administración, la fortaleza de la democracia se pone a prueba; es esencialmente ella, con imperfecciones y oportunidades de mejora, la que puede encausar la crítica, la autocrítica y el malestar social. Al presidente Lasso le toca actuar con rapidez y habilidad política; su liderazgo pasa por estar dispuesto a escuchar con atención y resolver con prontitud las crecientes necesidades ciudadanas: inseguridad, desempleo, pobreza, corrupción, salud, educación e impunidad. Es momento de escuchar la voz de la sociedad y rectificar errores y vicios, y de accionar cambios estructurales profundos que el país necesita para enrumbarlo hacia el desarrollo y bienestar colectivo. No existe país o sistema político curado de desesperanza, intransigencia, ira y reclamo popular. Mientras se tenga mecanismos democráticos fuertes, tendrán como suavizar los cambios pacíficamente. Pero si se intenta continuar en la necedad de no escuchar las demandas ciudadanas, podrían cosechar un lamentable estallido social, en el que todos perderemos. Más que líderes salvadores, necesitamos un liderazgo con gran capacidad de escuchar, consensuar, aprender de errores y avanzar con fortaleza sobre las sendas posibles que permite la sociedad.
Ec. Mario Vargas Ochoa