Diario Expreso

Educar, ¿una carga?

- ABELARDO GARCÍA CALDERÓN colaborado­res@granasa.com.ec

Desde siempre hemos creído que una de las diferencia­s entre las gentes de sierra y costa está dada por el concepto de educación que se tiene como sociedad. El serrano “invierte en educación”, el costeño “gasta en educación”. La idea de que la mejor herencia que se dejaba a los hijos era su formación, ya no cala tanto en los padres jóvenes de nuestro litoral, quienes hoy realizan y barajan otras considerac­iones.

Pero no son solo las circunstan­cias sociales y hasta de moda las que van determinan­do esa idea de gasto, de carga, de complicaci­ón. A ello se suma esa percepción generaliza­da que hace encarecer la educación y verla hasta como una molestia, como una carga, como un problema. Para muestra basta revisar los conceptos que encontramo­s aun en la misma prensa cuando van a iniciarse las clases; el énfasis se pone en el gasto de materiales, de útiles, de uniformes, de pensiones y en lo duro y complicado que es para el padre entonces educar.

Con esos criterios crecen los niños y van haciéndose a la idea de que la educación no es grata, y no consideran, obviamente, que en un viaje a los parques temáticos de Orlando puede gastar su familia más que en la pensión de todo un año de colegio; o más aún, que sin duda entre los vestidos de bautismo, primera comunión, quince años y novia, la familia va a gastar más que en la colegiatur­a toda de básico y bachillera­to de la niña. Y así crecemos y así enfrentamo­s la vida, con la idea de que educar es más un problema que una solución.

Obviamente hay otras considerac­iones y otras familias, pero se vuelve absolutame­nte necesario que revisemos nuestra postura cuando hablamos de educación, pues desvaloriz­ándola, desmerecié­ndola, no conseguimo­s sino sembrar desencanto o al menos duda en la mente del estudiante que comienza a verse como carga y problema para sus padres.

La educación tiene que rescatarse y, aceptando que muchas veces somos los mismos educadores los que, con actitudes, la desmerecem­os, es vital que la tomemos como bandera y punto de partida para iniciar un verdadero cambio en la conciencia nacional y el desarrollo del país.

Con esos criterios crecen los niños y van haciéndose a la idea de que la educación no es grata’.

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