EL INTENTO FALLIDO DE FRENAR EL PROBLEMA
Las agencias de contratación también colaboran con intermediarios que van ofreciendo puestos de trabajo por las zonas rurales y luego, a cambio de una elevada cantidad de dinero, proporcionan los documentos para trabajar en el extranjero, principalmente en Malasia y los países del Golfo.
“Muchas mujeres van a los países del Golfo para trabajar en el servicio doméstico, donde las maltratan física y sexualmente”, denuncia Benu Maya Gurung, cuya federación de organizaciones Alianza contra el Tráfico de Mujeres y Niños en Nepal ha organizado recientemente una conferencia con 25 supervivientes de la trata.
“Cuando llegan a su destino, no solo no conocen el idioma, sino que, por lo general, no saben usar los electrodomésticos. Los jefes se enfadan y las castigan, quemándoles el cuerpo con una plancha caliente, pegándoles, dándoles de comer sobras y obligándolas a trabajar desde las cuatro de la madrugada hasta las 11 de la noche, sin ningún día libre”.
El Gobierno nepalí se esfuerza por acabar con la trata, pero la COVID-19 ha frenado cualquier avance. Según el Informe sobre Tráfico de Personas 2019 del Gobierno de Estados Unidos, Nepal se encuentra en el nivel dos de un sistema de tres niveles según la Ley de Protección de Víctimas de la Trata de Personas, debido al hecho de que “no cumple del todo los requisitos mínimos para su eliminación”. Una de las recomendaciones del estudio es que se investigue “la complicidad oficial en los delitos de trata”.
“El Gobierno tiene que hacer más”, opina Benu Maya, experta en el tema. “Las agencias de contratación son todopoderosas. Cuando se niegan a dar información sobre los empleadores al Ejecutivo, este no hace nada. Las prohibiciones y decir a las mujeres que se queden en casa no es una solución. Se van de todos modos, pero con menos posibilidades de que las autoridades las rescaten si las cosas van mal”.