“Si no se coordinan, la ciudadanía debe exigirlo”
Medellín, en los 90, era una de las ciudades más violentas del mundo. Su cara cambió. Luis Fernando Agudelo conversó con EXPRESO sobre la fórmula que siguió la ciudad.
− ¿Qué fórmula aplicó Medellín para mermar el impacto de las organizaciones criminales que puede aplicar Guayaquil?
− La primera respuesta es una acción coordinada de la institucionalidad. Aquí viene una recomendación para lo que pueda pasar en Guayaquil, es que eso requirió reformas que en el caso de Ecuador se han demorado mucho. Reformar la Fiscalía y la Policía. Ese es el primer reto... Otro aprendizaje para Guayaquil es que hay que tener mucho cuidado con creer que haciendo grandes operativos que copen un territorio se resuelve el problema. No es así. Generan serios problemas de confianza entre la institucionalidad y los ciudadanos. Se requiere fortalecer a la Policía y las capacidades locales de acercar la oferta institucional a los barrios.
− Usted dice que parte del problema fue el abandono del Estado. En Guayaquil hay una pugna entre los Gobiernos nacional y municipal. ¿Es relevante un trabajo coordinado?
− Eso es parte de la dinámica política de los niveles de descentralización que tenga cada país y de los colores políticos. Guayaquil es el motor económico y, en ese sentido, habrá pugna. El aprendizaje que tuvimos en Medellín es que el Gobierno nacional se comprometió con el local... Lo importante al final es que se fortalezca la capacidad de la ciudadanía. Es ella la que tiene que generar las capacidades para obligar a los tomadores de decisiones a que se coordinen. El mayor aprendizaje de Medellín es que si no hay una ciudadanía activa exigiendo que se coordine, al frente hay un enemigo poderoso que son las organizaciones criminales.
− ¿Estas pugnas entre ambos niveles de gobierno le hacen el juego a las organizaciones criminales?
− Les terminan dando espacio para operar. Debe haber una delimitación muy clara de las competencias. Quien hace la inteligencia, la intervención en términos de las capturas. Es fundamental que haya una coordinación en términos de las capacidades frente a esas organizaciones criminales, porque sino cada vez que haya un conflicto entre los Gobiernos nacional y local está abriendo un espacio para que esas organizaciones tengan mayores posibilidades de delinquir de manera más abierta.
− Entendiendo que este es un problema que no se solucionará de la noche a la mañana, ¿qué aspectos, por pequeños o grandes que sean, deben ejecutar ambos niveles de gobierno para ver al menos resultados en el corto plazo?
− Hay un primer reto y es mejorar la calidad de los datos para ver en dónde funciona la estrategia. En general, lo que pasó en Medellín es que víctimas y victimarios eran los jóvenes. Tenían en el imaginario de cómo la pertenencia a estas organizaciones les daba cosas en términos de estatus y consumos que los trabajos normales no les daban. Es muy potente trabajar con los jóvenes, sobre todo en el tema de cultura, la recreación y el deporte, son un gran potencial para arrebatarle a las organizaciones criminales la capacidad que tienen de ofrecerle a los jóvenes espacios donde se sientan queridos y reconocidos por la vía de las armas.