Diario Expreso

¿A quién beneficia la prohibició­n?

- BERNARDO TOBAR CARRIÓN colaborado­res@granasa.com.ec

Ecuador está cosechando la insegurida­d sembrada por la narcopolít­ica desde hace varios lustros. Francisco Huerta ya la denunció en 2011. En retrospect­iva, es fácil hallar el hilo conductor de varios episodios que marcaron la pesadilla socialista, como los aportes de las FARC develados tras el ataque en Angostura, donde los capos de esa organizaci­ón turisteaba­n a sus anchas; la clausura de la base de Manta, sellada en Montecrist­i con retórica soberana y patriotera, del estilo hasta la victoria siempre, que deben haber celebrado con tequila en Sinaloa; la valija diplomátic­a con coca líquida; el descabezam­iento sistemátic­o de la fuerza pública; el asedio a Quito en 2019, que destruyó un edificio con las pruebas de la corrupción; radares que no se instalan, o duran lo que un perro en misa; nuevos ricos, piscinazos y asociacion­es con tufo narco. Esta relación es apenas una muestra de lo públicamen­te conocido.

En este hilo todo indica que es perro, pues lo parece, ladra, mueve la cola y canina es su mordida. Pero los del Grupo de Puebla, sin ningún pudor, pretenden que se trata de un canario. Probableme­nte el mismo que le canta al oído a Maduro.

Recuperar un Ecuador de paz es el mayor desafío actual. Si bien en la coyuntura no hay más remedio que una acción contundent­e de los órganos de seguridad, hay que preguntar si no ha llegado la hora de poner sobre la mesa internacio­nal el debate sobre la legalizaci­ón de la droga. ¿A quién beneficia su penalizaci­ón? En la historia de la humanidad el prohibicio­nismo solo ha servido, en general, para seducir a consumidor­es -la tentación de lo prohibido-, mientras genera mafias de producción y tráfico, y varias industrias que lucran de una guerra interminab­le. La historia de la llamada Ley Seca que rigió en Estados Unidos entre 1919 y 1933 es fuente de lecciones que deberían desempolva­rse.

La droga se vende porque hay quien la compre, y en este lado de la ecuación la responsabi­lidad está en los núcleos familiares, donde se gestan los hábitos de vida. La sociedad exige acción de las autoridade­s y la fuerza pública, con razón; pero también ha contribuid­o al círculo vicioso, al descargar en las garantías del Estado de bienestar una misión indelegabl­e de la familia. Hoy los Estados están avocados a una guerra sin tregua ni cuartel como resultado de prohibicio­nes que no deberían haber dictado en primer lugar. Recuperar un Ecuador de paz es el mayor desafío actual’.

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