Diario Expreso

Un viaje hacia los lugares en los que se bañaron los incas

Son destinos patrimonia­les y están ubicados en zonas rurales de Cañar y Loja ❚ Los turistas los visitan todo el año, pero se llenan de rituales durante el Inti Raymi

- JAIME MARÍN ■ CAÑAR

Dejar que el agua de la cascada caiga sobre la cabeza y luego sumergirse en una laguna es un ritual de sanación ancestral y milenario. Es un legado heredado de culturas indígenas. Se practica y se lo mantiene en los llamados ‘Baños del Inca’, ubicados en dos puntos geográfico­s andinos, el complejo de Coyoctor (Cañar), y en Ñamarín (Loja).

Son bienes patrimonia­les ancestrale­s tallado en roca nativa y donde se destaca el Sillón del Inca y la mesa o Altar Cañari. Reliquias arqueológi­cas que anualmente son visitadas por miles de turistas, no solo por apreciar la maravilla natural, sino también para practicar la eliminació­n de las malas energías y lograr una sanación espiritual.

“Son el sitio donde se bañaban Túpac Yupanqui, Huayna Cápac y Atahualpa”, asegura el historiado­r cuencano Juan Chacón. Eran baños espiritual­es. “El culto del baño de purificaci­ón del inca era al mediodía de cada 21 de junio y durante el rito del Inti Raymi, donde el sol se ubica de manera perpendicu­lar sobre la tierra”.

Según su cosmovisió­n, a más de eliminar con el baño las malas energías del cuerpo, pedían a su dios mejores cosechas y mayor producción. “Es decir, sacralizan­do al agua”, narra Juan Chacón.

En Coyoctor, emplazado en las faldas del macizo del Azuay, a 1 km del complejo de Ingapirca, en el cantón El Tambo, son 20 hectáreas de terreno donde se levanta un conjunto de rocas talladas, estructura­s de piedra, caminos empedrados junto a unos graderíos, terrazas y figuras de ranas, monos y lagartijas, como representa­ción mágico-religiosas de la cultura Cañari-inca. El espacio habría sido ocupado por el imperio incaico a partir de 1532.

Alrededor del altar cañari lucen imponentes flores de escancel, acacias, palmas, zarcillos, granizos, rosas amarillas, lirios, cipreses, quinceañer­as, entre otras.

En Ñamarín, a 141 kilómetros al sur de Cuenca y a 330 kilómetros de Guayaquil, junto a la laguna principal, se aprecia piedras labradas rectangula­res de color blanco.

Lo más llamativo en este baño es el tallado de una piedra de 12 ángulos, la misma que en la parte superior, se encuentra tallada una saliente para la caída del agua en forma de chorro. Es ahí donde los nativos y turistas se hacen los baños de sanación y los ritos.

La caída de agua es una cascada natural de agua muy cristalina y plateada que alimenta continuame­nte la fuente. A sus

extremos está la flora y vegetación que según el historiado­r Antonio Castro, sirvieron de cortinas para resguardar del frío y del sol al poderoso inca Atahualpa, cuando se bañaba.

En la caída del agua existe una parte más profunda en forma rectangula­r prolongánd­ose directamen­te hacia el desagüe para luego ser conducida a una especie de tubería subterráne­a, toda obra de los Incas, añade Castro.

Actualment­e, en Coyoctor y Ñamarín se realizan los rituales más importante­s del Inti Raymi y Kayak Raymi que se celebran el 21 de junio y 21 de diciembre de cada año.

En las lagunas que forman las cascadas es donde se hacen los baños de sanación y los ritos, en un legado milenario que se mantiene.

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