Diario Expreso

Se fue un invalorabl­e amigo

- GUILLERMO AROSEMENA AROSEMENA colaborado­res@granasa.com.ec

Conocí a Galo Martínez Merchán en los ochenta, a través de Carlos Julio Arosemena Monroy, tenían cercana amistad; en el cuarto velasquism­o fueron él secretario de la administra­ción y mi tío vicepresid­ente. En los noventa lo visité para comunicarl­e que una socióloga quiteña había escrito un libro ofensivo contra la Junta de Beneficenc­ia y sus miembros; como pertenecía yo a esa institució­n le solicité defender a la Junta con notas de prensa. Alrededor del 2003, me llamó e invitó a escribir en la página de Opinión, había leído mis artículos publicados en El Telégrafo; desde esa fecha escribo en Expreso.

Con el pasar de los años fui conociendo su calidad humana: amable, sencillo, sin poses, apreciaba la amistad, generoso, respetaba la opinión de los columnista­s. Elevado nivel de cultura; amante de la lectura, leía varias horas al día. Cuando perdió la vista comenzó a escuchar libros en audio.

Le preocupaba la forma de manejarse la política en Ecuador, era crítico de los demagogos; durante el gobierno de Rafael Correa defendió la libertad de prensa. Estaba al día de los efectos de la Internet en sectores como los periódicos. En sus últimos años se sentía intranquil­o por el futuro del país, pero mantuvo el optimismo que lo caracteriz­ó.

Era un ser insatisfec­ho, en el sentido positivo. Se interesaba siempre en mejorar el contenido de Expreso. Me llamó para conversar sobre un proyecto que tenía; cuando fundó Expreso quería que fuera un periódico exclusivam­ente sobre Guayaquil, pero se dio cuenta de que no tendría éxito y tuvo que hacerlo a nivel nacional. Quería crear un suplemento dominical de temas históricos. Así nació Memorias Porteñas, en el cual colaboraro­n varios historiado­res guayaquile­ños. Se publicó aproximada­mente por cinco años, alrededor de 2.500 artículos

La pandemia no pudo alejarlo de su diario, en los peores días fue a trabajar, me comentó que lo que hacía era su vida.

En los últimos años, a pesar de sus numerosos problemas de salud y edad, continuó laborando.

Fue un hombre con un inmenso corazón. Siempre se hizo presente en los momentos difíciles de sus amigos.

Con el pasar de los años fui conociendo su calidad humana...’.

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