Una década escapando de Malí y no hay visos de solución
La inseguridad ha causado ya más de 2,5 millones de desplazados
Malí comenzó a resquebrajarse en 2012 y una década después la situación no tiene visos de mejorar. En este tiempo, el conflicto que devasta el territorio ha provocado el desplazamiento de 2,5 millones de personas y 25.000 muertos, según la Agencia de la ONU para los refugiados (Acnur).
Los primeros episodios violentos se iniciaron cuando diversos grupos rebeldes y yihadistas atacaron Menaka, Tessalit y Aguelhok, tres ciudades al norte del país. En aquel entonces, las tropas de la Unión Europea, llegadas de la mano de Francia, se desplegaron para ayudar al ejército maliense a combatir a los grupos que amenazaban la integridad territorial y que ya se encontraban a las puertas de la capital, Bamako.
En un primer momento, la amenaza se difuminó. Sin embargo, la intervención provocó que estos bandos se desperdigaran y el conflicto se transformó en una guerra difusa y latente entre facciones yihadistas, señores de la guerra dedicados al narcotráfico y ejércitos de medio mundo intentando que la región no se convirtiera en un Estado fallido.
La situación política se agravó en 2020, cuando el coronel Assimi Goíta dio un golpe de Estado que derrocó al presidente electo. El militar prometió un nuevo gobierno democrático ante las dudas de la comunidad internacional, cuyas sospechas se confirmaron en 2021: Goíta repitió la acción militar, se autoproclamó presidente y expulsó a los mandatarios civiles que trabajaban en la transición hacia un eventual régimen democrático.
A principios de 2022, los gobernantes militares golpistas anunciaron que seguirán en el poder durante cuatro años más, en vez de convocar elecciones en febrero, como estaba previsto.
Desde entonces, el Ejecutivo ha ido estrechando lazos con Rusia y China. Los asesores militares rusos desplazaron a las tropas francesas, que decidieron replegarse, a la vez que se iba produciendo la ruptura total entre los gobiernos de Bamako y París. Entretanto, empiezan a circular las sospechas de que el coronel Goíta ha solicitado ayuda al grupo Wagner para combatir al yihadismo. Así se conoce a una organización paramilitar a sueldo de origen ruso financiada por Yevgueni Prigozhin, un oligarca ruso muy cercano al presidente Vladímir Putin y sobre el que pesan numerosas denuncias de crímenes de guerra. De hecho, la ONU investiga una masacre de 300 civiles en la ciudad de Moura, supuestamente perpetrada por el ejército de Malí con la ayuda del grupo Wagner, que también está ayudando al dictador a perpetuarse en el poder.
Esto ha provocado que Malí sufra sanciones de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (ECOWAS), que pasan por la suspensión de la mayoría del comercio, la limitación de la ayuda financiera y el cierre fronterizo por tierra y aire con los países integrantes de este bloque.
Malí es un país que se encuentra en la región del Sahel. Esta zona limita al norte con el desierto del Sáhara y al sur con la sabana sudanesa. España es la primera parada en el continente europeo para aquellos que se juegan la vida en el mar huyendo del horror y la violencia, en busca de seguridad y un futuro digno.