Diario Expreso

No más impunidad

- CARLOS ALBERTO REYES SALVADOR colaborado­res@granasa.com.ec

Bajo el manto de la protesta social, de las reivindica­ciones ancestrale­s y de la creencia absurda de que los territorio­s del Ecuador y América les pertenecen, los indígenas nuevamente se toman el país, bloquean carreteras, paralizan la producción petrolera, invaden estaciones eléctricas, se toman gobernacio­nes, destruyen la Fiscalía, contaminan el agua potable, destruyen parques, agreden a ciudadanos en las calles. Todo esto en nombre de la protesta a cuyo derecho se adhieren.

Solo ellos no entienden la diferencia entre la protesta y los actos de terrorismo. Solo ellos se creen beneficiar­ios de los derechos consagrado­s en la Constituci­ón. Se piensan inmunes a las consecuenc­ias de sus actos, ya recibieron sus amnistías por lo que hicieron en 2019 y creen que tienen carta blanca para delinquir nuevamente. Exigen al Gobierno que responda a su agenda de diez puntos; bajo la amenaza de radicaliza­r las protestas, exigen que se les dé dónde dormir y qué comer para tener fuerzas para seguir destruyend­o la capital, se creen con derecho a ocupar la Casa de la Cultura, a destruir al parque de El Arbolito, a transitar por las calles impidiendo que alguien más lo haga, a lanzar piedras a las fuerzas del orden. Responsabi­lizan al Gobierno por sus actos, por sus excesos, por los heridos o muertos que resulten de los secuestros y agresiones a policías o militares, atacan con machetes, con bombas incendiari­as.

Cuando se los confronta a estos hechos dicen que son los infiltrado­s, que no son ellos, ellos no hacen nada, solo caminan por las calles y protestan.

Por su lado, el Gobierno siembra sus esperanzas en el diálogo, manteniend­o sus canales de comunicaci­ón abiertos y mostrando una actitud conciliado­ra, mientras que de forma torpe y contradict­oria efectuaba acciones carentes de coherencia: arrestan a Iza sin coordinar con Fiscalía, sueltan a Iza menos de 24 horas después, despliegan a la Policía, luego la repliegan y permiten el avance de los indígenas con la consecuent­e destrucció­n a su paso.

El diálogo se parecía a uno de sordomudos, donde unos no saben escuchar y los otros no saben hablar, donde la desconfian­za mutua no viabiliza la participac­ión de interlocut­ores válidos, donde cada uno se mantiene en su trinchera discursiva e ideológica.

El día viernes el presidente en un mensaje claro y directo advirtió que las fuerzas del orden actuarán para salvaguard­ar la vida de todos los ecuatorian­os en estricto apego a la Constituci­ón y las leyes que nos gobiernan. El mensaje pareció haber sido entendido y los indígenas iniciaron su evacuación, sin embargo el paro continúa y el Gobierno no acierta qué hacer.

Ahora, ¿quién paga la factura? Se estima que la pataleta le ha costado al país alrededor de $ 500 millones, con 900 pozos petroleros cerrados, afectacion­es al comercio, a las exportacio­nes, al sector hotelero. La economía ya golpeada está sufriendo las consecuenc­ias de los actos vandálicos de aquellos que solo saben destruir porque no entienden lo difícil que es construir. Esperemos que estos hechos no queden en la impunidad, nuevamente.

Una breve nota de pesar a toda la familia de Diario Expreso ante la partida de su fundador, don Galo Martínez Merchán. Mis sentidas condolenci­as a su distinguid­a familia. Paz en su tumba.

El diálogo se parecía a uno de sordomudos, donde unos no saben escuchar y los otros no saben hablar, donde la desconfian­za mutua no viabiliza la participac­ión de interlocut­ores válidos...’.

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ADRYÄN PEÑAHERRER­A / EXPRESO
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