La gran reconciliación
“¡Cuáles son los de Teleamazonas y Ecuavisa para castigarles ahorita!”, grita sin ningún recato un dirigente que asiste a la firma del acuerdo entre el movimiento indígena y el Gobierno para levantar el paro nacional. En la mesa de diálogo, los mediadores de la Iglesia hablan de paz y reconciliación. El ministro de Gobierno, Francisco Jiménez, persuadido de que el momento exige palabras mayores, se descuelga con un “¡Avancemos de frente hacia la historia!”, ejemplo acabado y sonoro de aquello que los franceses llaman, precisamente, “petite phrase”: una frasecita. Lo cierto es que la beligerancia continúa y todavía hay quien quisiera zarandear periodistas. Ortigarles, quizá. Como si los secuestros, el acoso y los palazos que les propinaron a lo largo de estos días no fueran suficientes.
“¡Nooo!”, se escucha gritar cuando Leonidas Iza se dispone a firmar el acta del acuerdo. “¡El paro continúa!”. Son los dirigentes que conforman lo que la Conaie llama “la estructura del movimiento”. Iza, al fin y al cabo más político que todos ellos, pide un receso de 15 minutos para convencerlos. Tarda una hora. De vuelta a la mesa, lanza un discurso dirigido no al país, sino a sus propias bases. Que es necesario ceder, les explica. Que se ha logrado bastante. Cierto que el precio de la gasolina no es el que quisieran. “No estamos satisfechos”, repite una y otra vez como para desvanecer suspicacias. Pero es lo que hay. Por ahora. Porque sabido es que “la lucha continúa” y el procedimiento ha quedado ya bien claro: nomás hay que incendiar el país cada dos años. No falla. Quizá en la próxima, esos de Teleamazonas y Ecuavisa tendrán su merecido.