El gran chuchaqui nacional
Saquicela casi lo echa a perder pero reclama
Virgilio Saquicela mira la firma del acuerdo por TV y se retuerce de la envidia. ¡Él debía estar ahí! El hombre que quiso mediar y conspirar al mismo tiempo todavía cree que puede atribuirse los méritos de la negociación que estuvo a punto de echar por un caño. Y para que nadie lo olvide, graba un video.
“La verdad sea dicha”, empieza entre toques de trompeta (en serio: toques de trompeta; la banda sonora que se buscó Saquicela es como para plantar la bandera en Iwo Jima). “Estábamos a un paso de la paz -continúa-, y ello, producto del diálogo al que convoqué”.
Vamos a ver: en el diálogo al que convocó, donde los garantes fungían el papel de observadores mudos, los dirigentes indígenas se regodeaban lanzando discursos demagógicos ante las cámaras y los representantes del Gobierno parecían perdidos en medio de una manifestación de la Conaie, el pedido de levantar la movilización había sido descartado como innegociable y se había traído sobre la mesa, en cambio, la salida del ministro del Interior y la “no judicialización” de los hechos del paro, es decir, la impunidad de todos los delitos cometidos en estos días, que son cientos.
En el diálogo convocado por la Iglesia, en cambio, con mediadores profesionales, sin cámaras y en igualdad de condiciones, el fin de las movilizaciones fue el punto de partida. Y ni la salida del ministro del Interior ni la impunidad de los delitos cometidos durante el paro entraron a debate.
“El Gobierno nacional, lo que no quiso -continúa en su video el presidente de la Asamblea- es que Virgilio Saquicela esté al frente de ese diálogo”. ¡Obviamente! ¿Quién lo querría?