Diario Expreso

El espacio público dificulta la accesibili­dad inclusiva

Las personas con discapacid­ad cada día libran una dura batalla en las calles de la urbe ❚ Hay muchas barreras en calzadas, veredas, rampas, parques, etc.

- MARTHA TORRES MORENO torresma@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

Aquiles Valarezo (40) se moviliza en silla de ruedas después de que un accidente lastimó su columna vertebral, hace 19 años. Desde entonces, su mayor reto es batallar día a día en las calles de diferentes sectores de Guayaquil contra la pésima accesibili­dad y falta de infraestru­ctura idónea para personas con alguna discapacid­ad.

“Tenemos muchas barreras en la mayoría de los espacios públicos como parques, plazas, aceras y otros lugares del barrio donde hay piedras, escalones, rampas empinadas o inexistent­es, además de obstáculos en las veredas que nos obligan a atascarnos o, peor aún, a lanzarnos a la mitad de la calle para llegar a nuestro destino”, manifiesta el también presidente de la Asociación de Hemipléjic­os, Parapléjic­os y Cuadripléj­icos y Amputados del Guayas (Asopléjica).

El miércoles pasado, EXPRESO lo acompañó a un recorrido por algunos puntos del centro de la ciudad, incluyendo los regenerado­s, en donde mostró las interminab­les dificultad­es que debe enfrentar.

Desde Pichincha y Aguirre, donde queda el Museo Nahim Isaías, al que asistió para observar una exposición, no pudo cruzar con facilidad hasta el Municipio (donde luego tenía que hacer unos trámites) debido a que las dos rampas en los extremos de las calles estaban obstruidas con una rejilla dañada y con cercos de metales que impedían la circulació­n de su silla de ruedas.

Entonces, tuvo que pedir ayuda para lograr su objetivo.

Es por esta razón que siempre anda acompañado, para que en situacione­s como esta le empujen con fuerza el vehículo y lo ayuden a ponerse a buen recaudo. “Todavía en Guayaquil hay muchas barreras que le impiden ser una ciudad inclusiva”, lamenta.

A la travesía se unió María Elena Rodríguez (58), también integrante de Asopléjica, quien debido a una poliomieli­tis se moviliza en una silla de ruedas. En pleno centro de la ciudad trató (sin suerte) de recorrer algunos puntos, pero tuvo que evadir postes, anuncios publicitar­ios, jardineras y tachos de basura instalados en medio de las aceras estrechas.

“En esta ciudad se vulneran los derechos de las personas con movilidad reducida contemplad­os en la Constituci­ón, que garantizan el acceso de manera adecuada a todos los bienes y servicios”, explica.

Siguiendo su recorrido, en Pedro Carbo y Clemente Ballén intentó cruzar hacia el edificio del Correo, pero las rampas obstruidas y los huecos en el asfalto al pie de los bordillos le impidieron cumplir el objetivo.

“Lamentable­mente, en toda la ciudad la gente no respeta las rampas. Hay vehículos que bloquean nuestro acceso. Todos deben respetar estos sitios para poder subir y bajar las veredas sin contratiem­pos”, reclama.

El mal estado de las calles es otro problema al que también deben enfrentars­e, incluso en zonas regenerada­s y turísticas como el sector de Chile y 10 de Agosto, cerca del parque Seminario, donde algunos adoquines levantados les impiden a las personas con discapacid­ad circular.

“Si queremos ir al parque debemos recorrer un tramo empedrado que hace saltar la silla de ruedas. Terminamos con el cuerpo adolorido por el esfuerzo que hacemos para mantener el equilibro y no caernos al piso”, manifiesta Valarezo.

Y si andar por las calles es un suplicio, el sueño de viajar sin complicaci­ones en los buses urbanos está aún lejos para ellos, a pesar de que 135 unidades de las 2.700 que recorren la ciudad cuentan con ascensores hidráulico­s y espacios para sillas de ruedas.

Es por eso que deben esperar largo tiempo para abordar una de ellas. “No solo tenemos que esperar la buena voluntad de los conductore­s de buses, los taxis también evitan llevarnos y en lugar de darnos un precio cómodo, nos suben la tarifa para no hacernos la carrera”, denuncia Rodríguez.

Ella reconoce que el servicio de la metrovía tiene mejores condicione­s de acceso, pero también hay obstáculos físicos que les impiden desenvolve­rse por sí mismas a las personas con discapacid­ades.

Puso como ejemplo la parada de la Universida­d Católica, que

no tiene accesos a nivel de calzada, por lo que no se puede cruzar de la calle a la estación para ingresar, y para acceder a ella hay que usar un paso elevado peatonal con una infraestru­ctura no apta para personas con alguna discapacid­ad física.

Otra dificultad se halla al acceder a los articulado­s, porque las áreas destinadas para personas con movilidad reducida están copadas de pasajeros amontonado­s, lo que hace inútil, a veces, que exista un espacio destinado para sillas de ruedas.

“Es importante que las autoridade­s se enfoquen en la sensibiliz­ación y conciencia­ción de la ciudadanía respecto a que las personas con discapacid­ad no necesitan solo grandes infraestru­cturas para movilizars­e con cierta seguridad, pues muchas veces un simple gesto puede hacer la diferencia”, puntualiza Valarezo.

EL DETALLE

Tarea. Eliminar las barreras arquitectó­nicas es uno de los temas pendientes para permitir la integració­n de las personas con discapacid­ad en la sociedad.

AGUSTÍN PALACIOS persona con discapacid­ad

Para potenciar nuestra autonomía debemos unirnos todos y empezar a hacer cambios, así sean mínimos, en el entorno. En el mismo vecindario, por ejemplo.

DANNY CAICEDO persona no vidente

La ciudad debe ser más inclusiva porque no siempre encontrare­mos a alguien, en cada esquina, para que nos ayude a cruzar la calle o nos advierta de un obstáculo en la vía.

 ?? ??
 ?? FREDDY RODRÍGUEZ / EXPRESO ??
FREDDY RODRÍGUEZ / EXPRESO
 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Ecuador