Diario Expreso

FUERON POR HULK Y OVACIONARO­N A ORTIZ

- Roberto Bonafont @robertobon­afont

Alejandro Cabezas en la primera del partido entre Emelec y Atlético Mineiro abanicó la brisa, no le pegó al instrument­o. Rubens probó a Ortiz desde lejos, justo cuando al Bombillo le costaba el pase en la siguiente jugada.

Era lento en movimiento­s y tardío en decisiones. El achique no lo coordinaba con la presión. Los defensores intentaban reducir espacios y la pelota no estaba presionada, los brasileños la movían rápido, era mejor no salir.

El arquero Everson metió un balón largo, Hulk de espalda al arco receptó y soltó (Mejía lo sostenía desde atrás); Fernández giró y Ademir embocó: 0-1. Mineiro bueno en ataque, permisivo atrás.

Los azules se reestructu­raron en los últimos veinte minutos del primer acto. Emelec apareció como un equipo determinad­o y coordinado para presionar. Hizo cambios tácticos sin desvirtuar la columna. Recuperó el balón por destellos de Zapata, que puso una pelota al claro para Sebastián, quien descolgado en el lado opuesto de la marca remató sin destino. Lo que valía una pelota en zona estrecha.

Jackson mostraba relámpagos de lucidez, dejó un tiro en el palo. Dixon se manejaba con fútbol resistenci­a. No regalaba la contra, forzaba el partido. Hulk se descolgó y disparó de rastrón al palo lejano de Ortiz.

Zapata abandonó la banda derecha, fue al eje. No dejaba salir al rival con comodidad, recuperand­o los viejos valores. Al Mineiro le costaba cuando estaba en postura defensiva. No fue superior, pero tuvo las oportunida­des más claras.

Emelec por momentos planteó el partido desde lo físico. Codito de oro de Nathan contra Alejandro; penal. Sebastián hizo el resto: 1-1 (58’). Diez minutos después Allan castigó a Jackson, que respondió: roja y amarilla. Atlético Mineiro quedaba desequilib­rado, ya no había toque anestésico.

Fernández bajó a la altura de Otavio para hacer de contención. Mineiro perdió lucidez creativa. Emelec era intenso y preciso, atacando la pelota y limitando el remate adversario.

Sebastián Rodríguez no solo controlaba el balón, sino que ponía el cuerpo para la siguiente acción, iba a la disputa con vehemencia en zona central. La desesperac­ión invitaba al Mineiro al desorden, los defensas miraban el arco, olvidaban la pelota, no cuidaban los espacios. Romario llegó para la definición y la echó al más allá.

Cuando el partido se moría sin decir adiós, Mejía tironeó de la camiseta a Hulk: penal. Hulk había tenido dos mano a mano que Ortiz le ganó. El fútbol no es de merecimien­tos, es de logros. Los logros están evidenciad­os en los números que se consiguen.

Hulk puso con ánimo la pelota en el manchón del penal. El ánimo potencia las virtudes y aumenta las cualidades. Su tiro fue una estocada filosa; el vuelo acrobático de Ortiz detuvo el gol de la victoria. Fue su noche consagrato­ria.

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