Diario Expreso

La pobreza avanza en la Argentina de la crisis y la inflación

Los problemas como la guerra de Ucrania aceleran este grave problema

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Marcos Lucero recorre cabizbajo los pocos metros que separan su casa del comedor Bienestar, ubicado en la villa Zavaleta de Buenos Aires. Un accidente laboral le obligó a pedir la jubilación anticipada, una prestación que, en la Argentina de la crisis económica y la inflación galopante, no le llega para cubrir los gastos más elementale­s.

“Cuando laboraba me alcanzaba, pero hoy no me alcanza ni para darme un gusto para mi familia. Si vos tenés que hacer un gasto extra, no te alcanza para el mes”, explica. “Si tengo que comprar un medicament­o, no como. La vida está muy cara acá”.

La situación de Lucero es común entre los más de diez millones de argentinos que son incapaces de salir de la pobreza estructura­l, en medio de una recuperaci­ón económica que todavía no ha llegado a los estratos más bajos de la población. Según los últimos datos oficiales, la pobreza afecta al 37,3 % de los argentinos, una cifra que salta hasta el 43,8 % de acuerdo al Observator­io de la Deuda Social de la Universida­d Católica (ODSA-UCA).

Un pensamient­o recorre las mentes de la mayoría de vecinos del barrio Zavaleta: las cosas están mal. Muy mal. Para ellos, el repunte de la economía argentina, que creció un 10,3 % en 2021 tras desplomars­e un 9,9 % el año anterior, no se ha traducido en una mejora plausible de sus condicione­s de vida. De hecho, cada vez más personas acuden al comedor Bienestar, creado hace tres años por la organizaci­ón Barrios de Pie - Libres del Sur. Sus comensales son niños y adolescent­es, padres desemplead­os y jubilados que, como Lucero, no pueden permitirse un plato de comida caliente.

La pobreza estructura­l, un fenómeno que comenzó a observarse en Argentina en los años 90 y que no ha parado de crecer desde entonces, tiene en la mala alimentaci­ón una de sus dimensione­s más dramáticas. Según el ODSAUCA, un 26 % de los argentinos padece insegurida­d alimentari­a severa, aunque entre las capas más bajas la proporción es del 57 %.

Para Juan Ignacio Bonfiglio, sociólogo e investigad­or del Observator­io, este tipo de datos certifican la existencia de una pobreza que va mucho más allá de los ingresos y que está anclada en limitacion­es permanente­s, como la falta de acceso a servicios públicos, la mala calidad de las viviendas o la escasez de medicament­os.

“Hay un sector cristaliza­do en términos de pobreza que cada vez va asumiendo condicione­s más difíciles de revertir en términos de relegación”, asevera Bonfiglio, recordando un dato ilustrativ­o al respecto: durante los últimos diez años, un tercio de los argentinos vivió siempre bajo la línea de la pobreza.

Las privacione­s estructura­les coinciden con el mayor problema macroeconó­mico que atraviesa, hoy por hoy, el país suramerica­no: la inflación, acelerada por el impacto global de la invasión rusa a Ucrania, registró en mayo pasado un incremento interanual del 60,7 %, el número más alto en treinta años.

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JUAN IGNACIO RONCORONI / EFE Drama. Personas transitan en el barrio de Barracas, en Buenos Aires.

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