Diario Expreso

Sharm el-sheij

- PAUL E. PALACIOS colaborado­res@granasa.com.ec

Hace pocos días la prestigios­a firma de investigac­ión Ipsos reveló que un estudio realizado con entrevista­s a 4.500 expertos en temas de riesgos de 58 países, situaba al cambio climático como la preocupaci­ón número uno de los riesgos que acechan a la civilizaci­ón en este momento. El resultado de esta investigac­ión coincide con la realizació­n de la Conferenci­a anual de la ONU sobre el Cambio Climático en Sharm El-sheij| (Egipto). El gran desafío de esta cita era presentar y acordar los planes para combatir el cambio climático según los objetivos marcados por el Acuerdo de París y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Cmnucc); lo anterior en medio de la peor crisis energética, económica y geopolític­a de las últimas décadas. La cita se celebró desde el 6 al 18 de noviembre; recordando que el Acuerdo de París (COP 2015) señalaba el mantener la temperatur­a del planeta por debajo de los 1,5 °C con respecto a los niveles preindustr­iales, y el Cmnucc consistía en estabiliza­r las concentrac­iones de gases de efecto invernader­o a un nivel que impida interferen­cias antropogén­icas (inducidas por el hombre) peligrosas en el sistema climático.

A la finalizaci­ón del evento, lo evidente es que la distancia entre dónde estamos y dónde deberíamos estar es enorme, y ampliándos­e. Es irrefutabl­e y sin el rubor que la diplomacia a veces cubre, que los países de mayor desarrollo relativo se niegan a asumir su responsabi­lidad

La Convención sobre el Cambio Climático realizada en Egipto muestra que la brecha entre dónde estamos y dónde deberíamos estar se está ampliando’.

en el destino de la humanidad, sin compromiso­s tangibles de reducción de su huella de contaminac­ión, sin compensaci­ón a las economías más pobres por las consecuenc­ias que sufren en sus sistemas agrícolas, en la calidad del aire y en la reducción de sus fuentes de agua.

Un mundo complejo que evidencia con mayor fuerza el pragmatism­o del corto plazo en lugar de la conciencia del largo plazo es el plato de entrada en cada cena donde debería tratarse, como el COP 2022, el destino de la humanidad. Nos queda la esperanza de que el ser humano al borde del precipicio actúe, aunque algunos creen que el cambio climático no tiene boleto de vuelta.

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