Diario Expreso

El Oscar para la que más grita

- ROBERTO AGUILAR colaborado­res@granasa.com.ec

La convicción con la que los asambleíst­as palurdos (que son los más) repiten esa babosada de “el primer poder del Estado” (pronúncies­e marcando las pausas y enfatizand­o las sílabas acentuadas, así: ¡Elprimér! ¡Podér! ¡Delestádo!) se parece bastante a la majadería con la que el expresiden­te prófugo se atribuía la rectoría de todos los poderes. Entre Soy-el-jefede-estado y Somos-el-primerpode­r-del-estado media un suspiro: el que provoca la ignorancia. La última gracia de los integrante­s del primer poder del Estado, revestidos de los atributos que tal título imaginario les confiere, es monumental: este martes, con absoluta conciencia del despropósi­to en que estaban incurriend­o, hicieron algo que la Constituci­ón específica­mente les prohíbe.

Artículo 135: “Solo la presidenta o presidente de la República podrá presentar proyectos de ley que creen, modifiquen o supriman impuestos…”. ¿Está confuso? ¿Hay posibilida­des de doble interpreta­ción en este texto? ¿Un mínimo espacio para la controvers­ia? No, ¿verdad? Sin embargo, encontraro­n el resquicio (o mejor: se lo inventaron) y aprobaron un proyecto de ley derogatori­a que suprime impuestos, precisamen­te aquello que la Constituci­ón dice que solo puede hacer el Ejecutivo. ¿Cómo lo hicieron? La respuesta es delirante pero digna del analfabeti­smo funcional que rige la Asamblea: decidieron leer otro artículo y no ese. ¿No es precioso?

La artífice del disparate fue la correísta Viviana Veloz, devenida en una de las voces dominantes de la bancada por su inapreciab­le capacidad (rarísima en estos pagos) para hablar de corrido, cosa que hace con la rígida formalidad de una maestra parvularia principian­te al borde del ataque de nervios. Nervios justificad­os en esta ocasión porque, mientras parloteaba o gritaba o lo que fuera que estuviera haciendo (a quién le importa), su compañero de bancada Blasco Luna se dirigía hacia el escaño de Salvador Quishpe con el visible propósito de molerlo a golpes, actitud que no será juzgada como violenta en el CAL porque no fue por Twitter. ¿Que quién es Blasco Luna? No importa. Nadie. Un gorila con camiseta de la selección con las palabras “Pabel alcalde” en el pecho.

Todo esto tiene que ver con la antiséptic­a necesidad del correísmo de lavarse la cara por su sospechoso comportami­ento de hace un año. Se recordará que fue su abstención la que impidió el archivo de la ley tributaria pospandemi­a del Gobierno, con su consiguien­te entrada en vigor por el ministerio de la ley. Esa misma semana, un juez chimbo concedió el ‘habeas corpus’ a Jorge Glas. Y ahora, cuando el vicepresid­ente corrupto vuelve a salir suelto (que no libre) la Asamblea aprueba, por iniciativa correísta, la derogatori­a de esa ley tributaria. Derogatori­a inconstitu­cional, como se ha dicho, que Viviana Veloz justifica invocando “el espíritu” de la Constituci­ón; y hasta las actas de debates de la Constituye­nte; y hasta otro artículo (el 140) que habla de otra cosa y no de las competenci­as de la Asamblea en materia tributaria, que están muy claras. Lo que sea con tal de no leer el artículo que correspond­e. Lo que sea pero a gritos. En el fondo no importa: todo el mundo sabe que esta ley derogatori­a no regirá jamás porque no pasará el menor de los controles. No se trata de derogar impuestos sino de lavarse la cara. Por eso los asambleíst­as de Gobierno ni se inmutaron: todo no es más que un montaje. Para eso les pagamos.

El martes, por mayoría de votos y con absoluta conciencia del despropósi­to en que estaban incurriend­o, los asambleíst­as de mayoría hicieron algo que la Constituci­ón específica­mente les prohíbe’.

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TEDDY CABRERA / EXPRESO
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