EL EMBRUJO DEL CACAO (I)
En los primeros siglos de la Colonia, el cacao venezolano y centroamericano se vendían a un precio mayor que el ecuatoriano
Escribí la historia del cacao hace 30 años, fue investigación muy difícil. Hoy lo hago sobre haciendas de la Costa y nuevamente investigo el citado fruto, en condiciones mucho más favorables. El estudio de su historia tiene gran atracción, más que otros frutos. Muchos investigadores han estado tras el origen del cacao y la difusión del cultivo en las Américas. Por siglos se pensó que el flujo era de norte a sur, es decir, que su origen era Centroamérica. Pero en últimas décadas, se ha probado que el flujo fue de sur a norte, desde Ecuador, Venezuela y Colombia, siendo la Amazonía ecuatoriana su cuna. ¿Cuál es la razón que se creyera por siglos su origen en Centroamérica y México? A 1502, Cristóbal Colón en un viaje, frente a Honduras, halló una canoa llevando cacao. Los cronistas acompañando a Hernán Cortez en México, 1519, escribieron sobre cacao, Bernal Díaz del Castillo, el más famoso de todos, dedicó espacio al fruto y su uso: “… Les hacen mucho cacao, que es la mejor cosa que entre ellos beben […] Traían en unas como a manera de copas de oro fino con cierta bebida hecha del mismo cacao; decían que era para tener acceso con mujeres, […] hacen una cosa como a manera de brebaje, que beben, que es muy bueno, sano y sustancioso, y como en aquella provincia hay muy bueno, andan muchos mercaderes entre los que se lo compran”. El cacao también era usado como moneda.
En Ecuador la información fue escasa. Muchos cronistas del siglo XVI no lo mencionan: Girolano Benzoni 1565; Reginaldo Lizárraga 1605, Cieza de León 1550 y Pedro Pizarro 1571. Curiosamente, el mismo año, Diego de Trujillo, en Relación del descubrimiento del
Reino de Perú 1571, describe: “Hay cacao de lo de México, aunque poco”, en ‘Relación y conquista de los reinos del Perú’. Para el siglo XVII hay más comentarios: Antonio Vázquez de Espinosa, en ‘Compendio y Descripción de las Indias Occidentales’, 1620, escribe: “A lo largo de las orillas hay muchas plantaciones o chacras que pertenecen a los vecinos de Guayaquil, con árboles de cacao cargados de vainas de almendras de cacao […] Estos árboles de cacao no se cultivan con la dedicación y cuidados con que lo son en la Nueva España y en Honduras; (pero) la plantación de ellos ha enriquecido a muchos pueblos y aumentado sus vecindarios y entradas”. En 1627, el corregidor de Guayaquil, en un documento, relata: “Sacar los frutos de la tierra como es el cacao a la navegación…”. Se refiere a que como consecuencia de asalto de piratas holandeses a Guayaquil que depredaron la ciudad, se consiguió autorización para exportar el cacao. José Milla en su libro ‘Historia de Centro América’ escribe: “Un auto acordado de gobierno de setiembre de 1635 decía: ‘Que por cuanto Su Majestad tiene prohibido se trajine y traiga cacao del reino del Perú, por haberse experimentado el daño que la bebida de dicho género causaba a los indios naturales de estas provincias, por la mala calidad del cacao, que ha consumido’”.
Por los relatos de los cronistas que visitaron Guayaquil, ellos confirman que a pesar de ser el cacao de origen amazónico, lo describieron varias décadas posteriores a las descripciones de los cronistas que pasaron por Centroamérica y México.
Posiblemente, se debe a que a los primeros no les llamó la atención, no fue novedad, ya conocían el cacao. También confirman que las cantidades encontradas eran mínimas. Los indígenas ecuatorianos, a diferencia de los mayas y aztecas no dieron importancia al cacao y su cultivo fue insignificante. No he leído que en Ecuador se bebiera. La palabra chocolate derivase de nawa, del lenguaje azteca.